El buen trato, calidad de atención, se refiere a algo que nosotros podríamos hacer o deberíamos ser capaces de ofrecer, dando por descontado que la acción específica de salud, examinar, inyectar, operar, vacunar, otros, está correctamente efectuada; llegamos al cómo podríamos nosotros ofrecer algo que marcase una diferencia y que fuere también una contribución, que formara parte de nuestra responsabilidad y que no fuese un adorno o alguna postura que pretendiese obtener o alcanzar algún objetivo menos sublime que la salud del paciente.
Calidad de atención, mejorar el trato al público, pasa por tener una comprensión superior de la situación del paciente y de su necesidad, por tener una comprensión más profunda y clara de lo que acontece cuando alguien nos pide ayuda en Salud, de cuál es la responsabilidad que se activa para nosotros y también para el paciente.
El paciente trae su enfermedad, acompañada de una actitud que no siempre es favorable para su recuperación, sin embargo, su perturbación, su dolor, su enfermedad, es una manifestación de que, en ese momento cuando menos, él no ha sido capaz de mantener el equilibrio por si solo, se encuentra pasando por una zozobra, y en esa situación no siempre es capaz de ser adecuado, está enfermo dos veces.
Es necesario aprovechar la oportunidad que se abre para encontrarnos con los usuarios, para ejercer una cierta influencia sobre lo que a Encuentro se refiere, a Atención de Calidad, para proponer, como en otras materias, algo que ciertamente parezca más útil, sea una contribución para la mejor Salud.
Y claramente, el contacto que cotidianamente utilizamos para recibir el momento, para situarnos en el presente y estar, y responder con oportunidad, puede ser cultivado, es posible pasar de una presencia de cierto grado de integración, donde uno puede registrar y saber de lo que pasa hasta un cierto límite, a otra, donde sea posible garantizar el encuentro con algún grado de objetividad, con información más esencial, alcanzar mayor certeza, experimentar más vitalidad, más certeza, más propiedad.
Esta cualidad aplicada en la atención a público, pedirnos estar más presentes para recibir a los pacientes con cierta mayor precisión, le otorga calidad a la relación en términos funcionales, no valóricos, y también valóricos.
Si la intención, para la atención prestada a un paciente, trasciende la tarea, y busca no más intimidad, sino más integralidad, también más intimidad, si el encuentro es capaz de recibir más de lo de siempre, permite, abre posibilidades para trabajar en dimensiones más sutiles del contacto.
En Salud probablemente, y a propósito de la falta de herramientas para administrar concientemente mayores grados, más intensidades de vida, y a la presencia en salud de un nivel de actividad intenso, en permanente contacto con mucho sufrimiento, los trabajadores en Salud buscamos formas automáticas para protegernos de la situación, y regulamos, optamos por tomar cierta distancia y vamos limitando la cobertura, obturando nuestra conciencia como forma de protección. Optamos por saber menos de todo lo que pasa y más de algo de lo que pasa.
Esta opción automática, inconsciente, pero también útil, necesaria, práctica, cuando no tenemos, cuando no sabemos cómo hacerlo de otra manera, cuando hacerlo como seguramente estaríamos dispuestos a hacerlo, con mayor profundidad e interés, con más compromiso, con más atención, pero sin las competencias y la comprensión que pueden darle contexto y sentido funcional a estas intenciones, nos causa daño, nos compromete a nosotros y a los otros que conviven con nosotros, en el trabajo y fuera de él.
Atender con Calidad no es cuestión de Buena Voluntad o Simpatía, de querer ser “Buena Persona”. Atender con Calidad, tener hacia los usuarios, y no solo los pacientes son usuarios, Buen Trato es, en Salud, es expresión de una compresión superior, más acabada, acerca de la Función de Servicio y de la Función de Servicio en Salud, es expresión de estar disponible, interesado, activo en el proceso de avanzar, progresivamente, hacia grados superiores de contacto con la Vida, la propia y la de otros, la de los pacientes, los compañeros de trabajo, los amigos, la familia. Esta categoría de contacto en el que a veces nos hemos embarcado sin saber como y hemos conocido los frutos y las satisfacciones de un encuentro impregnado de interés por nuestra situación y la del otro al mismo tiempo, podemos activarlo, actualizarlo, llamarlo cada vez con más frecuencia y facilidad, con más profesionalismo, con más oficio, si nos interesamos y disponemos seriamente a practicar. Ya no se trata de una simpatía por algunos y por otros no, de una capacidad empática que solo algunos poseerían, o de una deferencia genuina pero desprovista de profundidad. Se trata de una destreza, una competencia instrumental, funcional, que puede ser adquirida, desarrollada, fortalecida, también comprendida, explicitada y compartida.
Buen Trato, Atención de Calidad, necesitamos todos, no obstante es a los funcionarios de la salud a quienes se les pide, y no pocas veces se les reprocha su mal – trato, la mala calidad de su atención, a pesar de los esfuerzos que realizan para dar abasto en condiciones adversas, para procurarse a quienes los solicitan más allá de cualquier cosa y muchas veces a pesar de si mismos y a veces también de sus familias. Ni el que sirve ni el servido, ni el funcionario ni el usuario, experimentan satisfacción en ese encuentro, por el contrario, el vínculo que hoy día es posible establecer entre quienes participan del Servicio en Salud, entre el que atiende y el que es atendido, al igual que en Educación, entre el que Educa y el que es Educado, se desarrolla desde una cierta altura, desde una cualidad, asumiendo ciertos principios que confunden, que obstaculizan, el desarrollo de la profundidad, de la trascendencia en el encuentro, de la utilidad del encuentros para los propósitos que el Servicio en Salud busca alcanzar.
Si la vida de una persona no es atendida, y solo puede otra vida atenderla, no alcanza a sentirse acompañada, mirada, realmente atendida, bien tratada, no alcanza a nutrirse en el encuentro. Si no atendemos con esa categoría de calidad, aquella que realmente alimenta y se constituye en un genuino factor coadyudante de la sanación, de la mejoría, del alivio, del tratamiento, también nosotros vamos siendo objeto de un mal trato de una de falta de atención, experimentamos, respecto de nosotros mismos, la misma carencia, la misma insatisfacción, y también buscamos a otro a quien hacer responsable de este mal-trato. La diferencia que cabe entre nosotros y los usuarios, es que a nosotros nos toca atender estas materias como parte de nuestro oficio, de nuestra Función de Servicio, a nosotros nos cabe desarrollar competencias para hacer del encuentro con los usuarios, con los pacientes una clase de respuesta esencial en Salud, trascendente al tratamiento o acción específica que con cada quien haya que realizar.
Si las personas que trabajan en Salud desarrollan el nivel de contacto que tienen con la Vida, con su Vida, activan en otros, usuarios o no, esa misma cualidad, esa misma dimensión, y el encuentro posible es de otra categoría.
Quien practica esta posibilidad de contacto con la Vida, esta categoría de Encuentro, no solo lo hace cuando trabaja, es una disposición tan esencial, tan básica, que no podría distinguir un cuando o un donde, no obstante no siempre nos acordamos, pero cuando nos acordamos y estamos disponibles para ir a ese contacto, para buscar las señales objetivas que facilitan y confirman ese contacto, sencillas, directas, como las que ustedes están reconociendo, practicando, la respiración, la planta de los pies, el sabor de la boca, las sensación del cuerpo, de las partes del cuerpo, ahora mismo si usted cierra los ojos y busaca la sensación de su respiración…está “trabajando” y este trabajo nutre, nos nutre y nutre a quienes son atendidos por nosotros.
Dr. Milton Flores Gatica
*Águila Sur, Junio 2007
* Dr. Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).