DESARROLLO DE LA ORGANIZACION DE SALUD

Desarrollo Organizacional en Instituciones de Salud - Sobre la Organización para la Salud. Dr. Milton Flores Gatica *

Nuestras Organizaciones de Salud participaron, hace unas décadas, de una época de grandes éxitos y prestigio internacional y hoy en día se ven enfrentadas a una profunda crisis, que si bien se expresa en condiciones materiales y de acceso todavía en muchos casos muy deficientes, es manifestación de ese mismo éxito anterior, del haber alcanzado un punto crítico en donde es necesario transformarse, en donde surge la necesidad, natural, saludable, de pasar a una nueva situación, de responder a nuevos y cualitativamente diferentes desafíos. No puede concebirse un salto de esta crisis, una solución, una transformación de la situación, que se sostenga en realizar más de lo mismo, ni siquiera mejor de lo mismo, o en la inyección y mejor distribución de recursos materiales, sin duda todavía se requiere más de aquello, no obstante, al igual que en educación, la adecuación de nuestras organizaciones, de nuestros sistemas de salud y de educación, no solo de la salud y la educación pública, a las necesidades que hoy en día surgen como relevantes, pasa por una revisión, una recreación, una profundización de que hoy podemos entender por Salud, de lo que vamos a considerar como nuestra genuina posibilidad humana en materia de Salud y más aún, en materia de Desarrollo Humano.

Desafíos de una Organización de Salud hoy

En la actualidad pareciera que los propósitos, los objetivos de las organizaciones de salud adolecieran de frescura, de vitalidad, trabajamos con supuestos que parecen obvios y que son los que nos determinan, nos ubican en funciones y posiciones: médicos, auxiliares, jefes de servicios; distinciones necesarias para responder a una categoría de tareas, las consabidas, sin embargo insuficientes para responder a la necesidad de recrear la organización, de restituirle la vitalidad, la dignidad al Servicio, no para negar y descalificar lo que hoy se hace, sino para trascenderlo, para recontextualizarlo, para tornarlo más oportuno, para adecuarse a la realidad.

Una organización que fue gloriosa hace algunas décadas, exitosa, un ejemplo, donde se alcanzaron grandes logros: vacunación, control y erradicación de enfermedades; requiere de una actualización, se requiere de un Desarrollo, un proceso de cambio profundo y significativo que comience por cuestionar los paradigmas más esenciales, por replantearse cuál va a ser hoy su objetivo sobre la vida de las personas que a ella acceden.

Se explicita que salud es más que ausencia de enfermedad, todos de acuerdo, pero ¿que es lo que se está queriendo manifestar?, aún es impreciso, ¿cuales son nuestras metas hoy?, ¿Qué desafíos enfrentamos?
Precisamente en el trabajo de este Curso, en la búsqueda de desarrollos cualitativos en el encuentro con el público, en este interés por que los funcionarios de la Salud, trascendiendo las distinciones clásicas, jerárquicas, funcionales, legítimas, sean pares; para ofrecer en otro plano, más allá del cuerpo y de la enfermedad, un servicio que trascienda la patología y pretenda logros, resultados, en otro plano. Son pasos para avanzar hacia una nueva Organización en Salud. Implícitamente estamos asumiendo entrar en una organización donde se está demandando un compromiso superior o distinto, cualitativamente diferente, trascendente al oficio específico. Ya no estamos bastándonos con un médico que efectúe su trabajo de curar la enfermedad, con un funcionario de la salud que cumpla con sus tareas cotidianas, nos interesa que el cómo él hace también esté alineado con la Organización, con esta nueva Organización, pretendiéndose que el enfermo se impregne no de cualquier actitud frente a su dolencia, buscamos que él venga con su enfermedad a participar de su proceso de cura, con más protagonismo. Desde la Organización se busca, se necesita, recrear la relación del servidor y el servido, modificar cualitativamente la participación de cada uno y transformar la categoría del proceso. Cuando menos una perspectiva es aquella, donde el paciente da un paso hacia el protagonismo, se ofrece participando activamente, ofreciendo una respuesta más dinámica, se interesa por estar primero más presente en su vida, toma la iniciativa para ejecutar las indicaciones que el profesional o el técnico le entregue, abre un proceso de aprendizaje para desarrollar comprensiones sin pretender reemplazar al trabajador de la salud, sí complementándolo y donde el trabajador precisa su rol, se asume trascendente a su especificidad, como un modelo activo, como un “maestro” en la proporción que ha lugar, para vivir la vida. Integra esa responsabilidad, él también se mejora, se sacan de encima modos neuróticos, paternalistas, aprende a reconocer de qué si debe hacerse cargo y de que no, seres humanos unidos y distinguidos frente a una tarea, integrados.

La resistencia que brota frente a ese desafío es natural, pero el proceso ya se desencadenó y viene sí o sí, o se asume o se asume.
Es posible reconocer, hoy día, primores de lo que podría llegar a ser una organización más madura y lógica para nuestros tiempos. Si cada uno de nosotros pacientes y trabajadores reconocemos un rol más claro y preciso, si logramos más eficiencia, si colaboramos; sin lugar a dudas adquiriríamos una categoría de salud superior, el proceso sería saludable, no solo el cuerpo se beneficiaría, también esa sutileza presente en cada uno de nosotros y que reclama por integrarse, por ser incluida, por ser atendida. Incluso en términos de energía, los presupuestos siempre son insuficientes, hay un vacío que no se llena con más recursos materiales. Todos los recursos sutiles presentes en las personas que trabajan en Salud, surgen como un gran capital, hasta la hora poco atendido, ignorado; que cuando se encuentra la forma para cultivarlo, para incluirlo, siempre se experimenta alivio, una sensación de justicia, de enriquecimiento. Cuando un paciente maduro, responsable, surge como contraparte todos habremos notado la eficiencia, la magia que brota, como se alivia nuestra tarea y se mejoran los resultados, cuando nos hemos puesto algunos de estos días al servicio de esta otra meta función, la de alentar la vida del paciente, seguramente hemos visto también transformada nuestra posibilidad de hacer nuestro trabajo, de vivir nuestro trabajo sin comprometer nuestra vida, por el contrario, hacer de nuestro trabajo de Servicio en Salud una oportunidad para el desarrollo de nuestra propia salud, de nuestra propia vida, en continuidad con la salud y la vida de nuestros pacientes y usuarios en general.

Por tanto, nuestra organización debe pretender su evolución, pasar a un estado dotado de mayor claridad y simpleza que, ojalá, se sustente en una comprensión superior de los seres humanos que somos, sutilezas habitando un cuerpo con un intelecto brillante necesitando de programas más actualizados que generen lenguajes integrados y que faciliten el mejor aprovechamiento de los recursos…
Por ahora, que a través de estas prácticas se despierte la inquietud de que en nuestras vidas existen posibilidades no consideradas, para las cuales no ha existido un cultivo sistemático, que se constate la capacidad para establecer categorías más profundas para el encuentro. Nuestra actual Organización, si es la Vida el material que atiende y sobre la cuál se tiene un afán como el del equilibrio, el desarrollo, lo saludable, deberá, necesariamente, iniciar una transformación, un estudio para recrearse, para adecuarse a la realidad y no mantenerse enajenada, automática, mecánica.
Es fundamental que la organización acoja con más lucidez, delicadeza y sensualidad la Vida Humana.


Águila Sur, Junio de 2007
* Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).

BUEN TRATO, Desafíos para el que ofrece el Servicio

El buen trato, calidad de atención, se refiere a algo que nosotros podríamos hacer o deberíamos ser capaces de ofrecer, dando por descontado que la acción específica de salud, examinar, inyectar, operar, vacunar, otros, está correctamente efectuada; llegamos al cómo podríamos nosotros ofrecer algo que marcase una diferencia y que fuere también una contribución, que formara parte de nuestra responsabilidad y que no fuese un adorno o alguna postura que pretendiese obtener o alcanzar algún objetivo menos sublime que la salud del paciente.


Calidad de atención, mejorar el trato al público, pasa por tener una comprensión superior de la situación del paciente y de su necesidad, por tener una comprensión más profunda y clara de lo que acontece cuando alguien nos pide ayuda en Salud, de cuál es la responsabilidad que se activa para nosotros y también para el paciente.

El paciente trae su enfermedad, acompañada de una actitud que no siempre es favorable para su recuperación, sin embargo, su perturbación, su dolor, su enfermedad, es una manifestación de que, en ese momento cuando menos, él no ha sido capaz de mantener el equilibrio por si solo, se encuentra pasando por una zozobra, y en esa situación no siempre es capaz de ser adecuado, está enfermo dos veces.

Es necesario aprovechar la oportunidad que se abre para encontrarnos con los usuarios, para ejercer una cierta influencia sobre lo que a Encuentro se refiere, a Atención de Calidad, para proponer, como en otras materias, algo que ciertamente parezca más útil, sea una contribución para la mejor Salud.
Y claramente, el contacto que cotidianamente utilizamos para recibir el momento, para situarnos en el presente y estar, y responder con oportunidad, puede ser cultivado, es posible pasar de una presencia de cierto grado de integración, donde uno puede registrar y saber de lo que pasa hasta un cierto límite, a otra, donde sea posible garantizar el encuentro con algún grado de objetividad, con información más esencial, alcanzar mayor certeza, experimentar más vitalidad, más certeza, más propiedad.
Esta cualidad aplicada en la atención a público, pedirnos estar más presentes para recibir a los pacientes con cierta mayor precisión, le otorga calidad a la relación en términos funcionales, no valóricos, y también valóricos.

Si la intención, para la atención prestada a un paciente, trasciende la tarea, y busca no más intimidad, sino más integralidad, también más intimidad, si el encuentro es capaz de recibir más de lo de siempre, permite, abre posibilidades para trabajar en dimensiones más sutiles del contacto.
En Salud probablemente, y a propósito de la falta de herramientas para administrar concientemente mayores grados, más intensidades de vida, y a la presencia en salud de un nivel de actividad intenso, en permanente contacto con mucho sufrimiento, los trabajadores en Salud buscamos formas automáticas para protegernos de la situación, y regulamos, optamos por tomar cierta distancia y vamos limitando la cobertura, obturando nuestra conciencia como forma de protección. Optamos por saber menos de todo lo que pasa y más de algo de lo que pasa.
Esta opción automática, inconsciente, pero también útil, necesaria, práctica, cuando no tenemos, cuando no sabemos cómo hacerlo de otra manera, cuando hacerlo como seguramente estaríamos dispuestos a hacerlo, con mayor profundidad e interés, con más compromiso, con más atención, pero sin las competencias y la comprensión que pueden darle contexto y sentido funcional a estas intenciones, nos causa daño, nos compromete a nosotros y a los otros que conviven con nosotros, en el trabajo y fuera de él.
Atender con Calidad no es cuestión de Buena Voluntad o Simpatía, de querer ser “Buena Persona”. Atender con Calidad, tener hacia los usuarios, y no solo los pacientes son usuarios, Buen Trato es, en Salud, es expresión de una compresión superior, más acabada, acerca de la Función de Servicio y de la Función de Servicio en Salud, es expresión de estar disponible, interesado, activo en el proceso de avanzar, progresivamente, hacia grados superiores de contacto con la Vida, la propia y la de otros, la de los pacientes, los compañeros de trabajo, los amigos, la familia. Esta categoría de contacto en el que a veces nos hemos embarcado sin saber como y hemos conocido los frutos y las satisfacciones de un encuentro impregnado de interés por nuestra situación y la del otro al mismo tiempo, podemos activarlo, actualizarlo, llamarlo cada vez con más frecuencia y facilidad, con más profesionalismo, con más oficio, si nos interesamos y disponemos seriamente a practicar. Ya no se trata de una simpatía por algunos y por otros no, de una capacidad empática que solo algunos poseerían, o de una deferencia genuina pero desprovista de profundidad. Se trata de una destreza, una competencia instrumental, funcional, que puede ser adquirida, desarrollada, fortalecida, también comprendida, explicitada y compartida.

Buen Trato, Atención de Calidad, necesitamos todos, no obstante es a los funcionarios de la salud a quienes se les pide, y no pocas veces se les reprocha su mal – trato, la mala calidad de su atención, a pesar de los esfuerzos que realizan para dar abasto en condiciones adversas, para procurarse a quienes los solicitan más allá de cualquier cosa y muchas veces a pesar de si mismos y a veces también de sus familias. Ni el que sirve ni el servido, ni el funcionario ni el usuario, experimentan satisfacción en ese encuentro, por el contrario, el vínculo que hoy día es posible establecer entre quienes participan del Servicio en Salud, entre el que atiende y el que es atendido, al igual que en Educación, entre el que Educa y el que es Educado, se desarrolla desde una cierta altura, desde una cualidad, asumiendo ciertos principios que confunden, que obstaculizan, el desarrollo de la profundidad, de la trascendencia en el encuentro, de la utilidad del encuentros para los propósitos que el Servicio en Salud busca alcanzar.
Si la vida de una persona no es atendida, y solo puede otra vida atenderla, no alcanza a sentirse acompañada, mirada, realmente atendida, bien tratada, no alcanza a nutrirse en el encuentro. Si no atendemos con esa categoría de calidad, aquella que realmente alimenta y se constituye en un genuino factor coadyudante de la sanación, de la mejoría, del alivio, del tratamiento, también nosotros vamos siendo objeto de un mal trato de una de falta de atención, experimentamos, respecto de nosotros mismos, la misma carencia, la misma insatisfacción, y también buscamos a otro a quien hacer responsable de este mal-trato. La diferencia que cabe entre nosotros y los usuarios, es que a nosotros nos toca atender estas materias como parte de nuestro oficio, de nuestra Función de Servicio, a nosotros nos cabe desarrollar competencias para hacer del encuentro con los usuarios, con los pacientes una clase de respuesta esencial en Salud, trascendente al tratamiento o acción específica que con cada quien haya que realizar.
Si las personas que trabajan en Salud desarrollan el nivel de contacto que tienen con la Vida, con su Vida, activan en otros, usuarios o no, esa misma cualidad, esa misma dimensión, y el encuentro posible es de otra categoría.
Quien practica esta posibilidad de contacto con la Vida, esta categoría de Encuentro, no solo lo hace cuando trabaja, es una disposición tan esencial, tan básica, que no podría distinguir un cuando o un donde, no obstante no siempre nos acordamos, pero cuando nos acordamos y estamos disponibles para ir a ese contacto, para buscar las señales objetivas que facilitan y confirman ese contacto, sencillas, directas, como las que ustedes están reconociendo, practicando, la respiración, la planta de los pies, el sabor de la boca, las sensación del cuerpo, de las partes del cuerpo, ahora mismo si usted cierra los ojos y busaca la sensación de su respiración…está “trabajando” y este trabajo nutre, nos nutre y nutre a quienes son atendidos por nosotros.

Dr. Milton Flores Gatica *
Águila Sur, Junio 2007
* Dr. Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).

BUEN TRATO, Las Necesidades del "usuario" en Salud

Acerca de las necesidades del usuario de servicios en Salud y de cómo estas necesidades determinan la naturaleza, la categoría, la cualidad de la Atención, de la relación que con ellos es necesario establecer y desarrollar. Dr. Milton Flores Gatica *


Atención, prestar atención, interesarse por el otro, estar disponible para atender.
Calidad de la Atención, ya no cualquier Atención, en Salud, aquella que funcionalmente contribuye a responder a la demanda que hace el Usuario, aquel que decide pedir nuestra participación para resolver su necesidad: se siente enfermo, presenta algún grado de desequilibrio, no ha podido por si solo.
El paciente explicita sus síntomas a través del cuerpo, explica lo que para él es posible, habla de sus síntomas y muestra su cuerpo con los signos de la enfermedad; pide que nos hagamos cargo de la situación, que él no comprende plenamente.
De modo implícito también el Usuario plantea una necesidad en su demanda, vinculada al impacto que esta perturbación, esta enfermedad, presenta en el resto de su situación, todo aquello que no es el cuerpo, y también sufre por ello, incluso en la familia todos aquellos que no estando enfermos, también se enferman.
El impacto que en la dolencia, en su evolución, tiene esta dimensión, la actitud del paciente, el impacto que tiene en la vida del paciente su actitud, el cómo hace su vida, el cómo la comprende y se mueve en ella.
Cuando nosotros nos encontramos en la posición de recibir a una persona que acude dolida, enferma, con una actitud frente a su dolencia, se abre la oportunidad para que nuestra actitud, la forma como nos pidamos atender a la persona enferma, y a su familia, se convierta en instrumento terapéutico.
Todos los que trabajamos en salud, sabemos del impacto que tiene en el paciente recibir una atención íntegra o no recibirla. Aquel paciente que suscita simpatías y que recibe cuidados especiales que se ubican más allá de los cuidados tradicionalmente propios para lo que es su enfermedad. Todos habremos tenido la experiencia, incluso en aquellas oportunidades donde la dolencia física se impone y el caso es irrecuperable, algo que no es del cuerpo, en el paciente o en su familia, se sana.

Avanzar en la compresión del impacto que la enfermedad provoca en la vida toda, debería permitir desarrollar comprensión para mejor atender la tarea. Integrar operativamente esta información al momento de estar con el enfermo, podría orientarnos para atender con cierta intención, ya no a modo de cualidades personales, sino como un gesto incluido en el rol de trabajador en salud, una inquietud por recibir a la persona, su presencia, de un modo que, nos atrevemos a sostener, no es aquel que estamos habitualmente en condiciones de ofrecer. Son algunos días, en ciertas ocasiones cuando nos sentimos especialmente armoniosos, con capacidad para estar agradecidos, o cuando estamos descansados con sensación de bienestar, son esos días o momentos en que logramos participar de una oferta de esa categoría para recibir a nuestros pacientes.
Es cierto que en función de las condiciones existentes, lo que hoy los trabajadores de la salud ofrecen es, probablemente, más de lo esperable, ofrecen un coraje. Sin embargo, estamos pretendiendo referirnos a una cualidad en la atención, en la capacidad para estar presentes en un momento, que facilita la presencia efectiva de una persona en su vida, y de la cual no se puede continuar prescindiendo, si pretendemos desarrollar la calidad de la atención a nuestro público.

En este esfuerzo se pretende habilitar a personas que desempeñan funciones en salud, para que se encuentren con sus pacientes con una propuesta de relación, de contacto, superior en calidad. Que las personas se conviertan en instrumentos para irradiar una actitud que facilite, que promueva la Salud, que promueva la Vida, la de los pacientes y también la de ustedes. A este le llamamos Atención con Calidad, Buen Trato.


Águila Sur, Junio de 2007

* Dr. Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).