Al hacer conciencia de mi ausencia...


Cada vez que nos interesamos en saber más de nuestras vidas
y decidimos poner luz en nuestra existencia,
nos arriesgamos a encontrarnos con la situación tal y como está,
es inevitable, necesario.

Hacer conciencia de mi ausencia,
y aceptar que en esa ausencia de mí en mi vida
se instalaran en mi territorio actividades de un categoría que no contribuye
y que cuando toca atendernos nos tenemos que dar el trabajo de soportar,
para pagar el precio,
para enfrentar aquello de lo que nos hemos estado escabullendo.

Un cierto tipo de energía,
que puede ser leída de distintas modos,
pero que en lo esencial nos mantiene recluidos en nuestro ego.

Ponemos luz y el impacto es variable,
el sólo hecho de más ya es perturbador,
atemoriza.
Constatar la pequeñez y la pretensión,
tomar cuenta de que estamos en manos de Dios,
que somos parte de un todo que nos puede, así como es, sostener,
como podría dejar de hacerlo.

Comprendemos que estamos en Dios y que no podría ser de otra forma.
Brota el respeto por una fuerza superior de la que también formamos parte,
pero que exige sintonía,
dejarnos atravesar por ella.

Cuando algo así logra pasar,
ese espacio que se conquista debe seguir siendo ocupado por cada cual.
Volver a dejarnos solos,
ahora ya concientes,
es doloroso

Si la inconciencia de nuestra ausencia era un atenuante,
cuando decidimos avanzar, trabajar para estar más concientes
nos obligamos a ofrecernos, a mantener una disciplina,
para garantizar el cuidado de ese territorio que se limpió,
que quedó delicado.
Acabamos de sacar la maleza,
allí se había desarrollado maleza
y si nos vamos,
la maleza que allí crecerá puede ser otra peor.
Esa sensación delicada que se siente
es un llamado para cubrir, para cultivar ese territorio con flores,
para mejor, para cuidar, para iluminar
y facilitar que florezca,
allí donde había oscuridad
colores.

Entonces, para los intrépidos que han dado pasos,
necesitamos trabajar,
juntarnos para ser capaces,
sentir la conexión y pedirnos la acción necesaria,
bailar,
orar,
escribir,
mirar,
amación,
delicación,

recibir la impresión de otros en ese vacío, en ese espacio
de niños,
de ambientes naturales,
de otros que puedan cuidarnos hasta que se adquiera la firmeza,
cantar para estar presentes.

Siempre es un regalo poder limpiar y curarnos de nuestra ignorancia,
de nuestra insuficiencia,
y poder alcanzar otra presencia,
que trascienda la cobertura anterior
para así poder estar en más plenitud
y avanzar hacia el todo y sentirnos más cerca de Dios...

También, así mismo,
surge la obligación de adquirir el rigor de convertirnos en guerreros,
en miembros de una legión que trabaje por la alegría.

Si nos ha tocado la tarea de jugar un rol para servir
para ofrecer un esfuerzo superior en el cultivo de nuestras vidas,
pongámonos contentos, más allá de nuestras miserias,
dolorosas por cierto.

La duda, que surge fácil mientras no hay acción,
nos acosa,
es justo el momento para poner en práctica la fe,
ir hacia adelante convencidos de que es posible.

Para los que en este mismo momento
estamos tratando de participar de un otro esfuerzo,
estamos juntos no lo olviden
nos necesitamos todos
Adelante,
la vida nos sigue esperando,
vamos nosotros a tu reino


Estas consideraciones adquieren sentido para aquel que ha practicado y se ha arriesgado, para el que no, no significan nada.

Águila Sur, Octubre de 2008

Acerca de practicar el Amar a través del Sexo





Sobre Sexualidad
Como otro tipo de momento
con los que cabe relacionarse
cuando vamos viviendo el espacio de lo que sucede,
Aquello que se enciende,
que vibra,
que genera un impacto hacia el intelecto,
hacia el mundo emocional
y un desafío para la conciencia

Nuestro cuerpo es recorrido por una excitación
que brota desde todos lados en el clímax,
y que sale desde todo junto hacia a fuera,
con placer

Dependiendo,
de la capacidad que exista en esa alma
para trascender la cobertura de este acto,
será diferente

Si el ego,
es decir,
cuando el alma no logra trascender esa dimensión virtual de la experiencia
desde donde no se logra acceso para participar en el plano donde ese cuerpo está de fiesta,
la cobertura se limita,
casi exclusivamente,
a incluir las manifestaciones de esa explosión de energía en el intelecto

A medida que el clímax se precipita
el tipo de pensamiento y/o de imágenes que se suscitan
están también afectados por la amenaza
para el ego
de que la Conciencia logre integrar información presente más acá del ego

Se produce durante el orgasmo
un encuentro con el todo superior al cotidiano,
que nos atraviesa y nos puede limpiar
Gurdjieff señala que el sexo es una oportunidad para deshacernos del exceso de asociaciones mentales


Si de inicio,
si de antes
si ya en el encuentro de los amantes
es posible reconocer una presencia,
un grado de plenitud superior integrado en sus conciencias,
la entrada también ofrece más oportunidades:
recibir con más madurez el momento,
comprender mejor la oportunidad.
La potencia que se desata es momento para procurar
una integración conciente
con una porción del todo
que tan solo en esa potencia se abrirá

Meditar,
permanecer concientes,
sin restar,
no para no perderse,
no para no morirse,
y entregarse
y darse la licencia,
para contemplar a veces el apocalipsis del intelecto,
la inminente trascendencia lo obliga a recurrir a todo
para mantenernos secuestrados en sus límites.

Surgen a veces tipos de pensamientos,
culpas, imágenes,
que buscan seducirnos para mantenernos interesados en ese espacio de actividad.

No los tomemos muy en serio
no somos nosotros pensando,
no son indicadores de lo más esencial de lo nuestro;
son reflejos del dinamismo que le ofrecemos a nuestra responsabilidad.
Material intelectual que podrá ser de contenido diverso

Para experimentar la vibración del cuerpo durante y después,
la posible pérdida del límite
sintonizar con una vibración diferente a la nuestra sin perder la continuidad, sentirse vibrando con el todo

Paladear la compañía
cuando existe disposición para estar presentes y juntos
compartir en conciencia dos almas unidas
que se distinguen sin perder la unidad,
suscita emocionalmente una actividad de una pureza que sana.
Pasar de masturbarse en conjunto a practicar el amar…
esa experiencia de estar con una mujer,
esa experiencia de estar con un hombre,
y obligarnos a soltar el vínculo para afirmarnos de él
para pasar si es necesario
y no temer a morirse

La energía que se involucra obliga a que siempre se trate con responsabilidad
de una farra a un aprendizaje
Gozar para el desarrollo de la conciencia

La presencia espiritual
para referirnos a aquella cualidad de nuestro funcionar
que significa impregnarnos de una apertura,
de una visión
siempre difícil de contar
de compartir a través de las palabras,
esa presencia que se paladea cuando estamos más acá de nuestro ego.

Espiritual durante el encuentro sexual posibilita consagrar el sexo,
contemplar la vida,
el encuentro de dos seres humanos integrándose de alma y cuerpo,
la materia se funde,
los límites se pierden
se confía
se atreven juntos a fusionarse,
a experimentar la recuperación a través del complemento del X o del Y,
acercarse al todo
todo aquello que en presencia del complemento sea posible aproximarse.

Los griegos, al parecer, recibían sin culpas el gozar,
lo aceptaban,
no lo prohibían
y con esa misma propiedad señalaban también
que ojalá siempre lo menos posible,
lo justo
que será distinto para cada cuál.
También dependerá de la edad,
de la luna,
de la estación del año
como siempre,
ojalá siempre,
al servicio de las necesidades del alma,
del proyecto sutil


Águila Sur
Septiembre de 2008

LIDERAZGO Y SUPERVISIÓN




Sobre la necesidad de Desarrollar Meta-Funciones, que permitan la Conducción de los miembros de un sistema hacia la eficiencia.



En julio del 2007 se escribió este artículo, para servir de apoyo en el proceso de capacitación “Experiencias Prácticas para el Desarrollo de Competencias Básicas de Liderazgo y Supervisión”, destinado a supervisores y líderes de la CMPC, por tanto no pretende ser un texto acabado en las materias abordadas, sino servir como estímulo para abrir el contacto con niveles superiores de Presencia y desarrollar comprensiones impregnadas de elementos vivos y trascendentes.


Los equipos de trabajo -los grupos humanos organizados para responder a una tarea- que se organizan para desarrollar trabajo en conjunto, distinguen funciones de categorías distintas y complementarias, aquellas donde la destreza se aplica para hacer funcionar algún mecanismo y aquella donde la destreza requerida debe ser suficiente como para contribuir efectivamente al funcionamiento de las personas: conducirlos, modularlos.
La presencia de esa persona en el sistema, va a ser una influencia, va a ejercer una propuesta sobre el cómo el grupo hace sus cosas, el cómo se mueve: Liderazgo. Se le entrega la oportunidad para poder influenciar legítimamente sobre la vida de ese grupo de personas con quienes comparte tiempo de su vida Laborando, intercambiando energía. Deberá por tanto, ejercer una visión superior, impregnada de algún ingrediente de cierta categoría para ofrecer coherencia al ejercicio de semejante responsabilidad: Supervisión.
El contacto que se logre con la realidad, a través de este ser humano que asume tal responsabilidad, debería facilitar el contacto entre cada uno de los miembros del equipo que él supervisa. Administrar la realidad, ofrecerse una lectura de cada momento, con sabor a certeza, comprender la situación y emitir una respuesta, la oportuna, y trabajar para ir mejorando.

La intención sería entonces habilitar a las personas, que desempeñen funciones para la modulación de los grupos humanos, del grupo de personas que conviven laboralmente. Para prosperar en el ejercicio del liderazgo que se espera ejerzan; son modelos a seguir, deberían serlo; y en el desarrollo de la visión funcionalmente superior que ofrecen como una competencia del Equipo.
A través del empleo de técnicas, se busca el reconocimiento de que es posible acceder a una presencia con más plenitud, que resulta posible despertar efectivamente, saltar de estar pensando en la vida, a sentirla propiamente; trascender de manera operativa la subjetividad, e impregnar la lectura del momento de atributos objetivos, información trascendente para el espacio común del grupo, se trata de estar más disponible, de ser capaz de anticiparse al momento, comprometerse con la creación del momento, para responder con frescura; ser un aporte: Súper Visión, Súper Presencia.
Esta distinción funcional, que el responsable debe asumir con propiedad, lo obliga a comprometer, a comprender y a desarrollarse por siempre, es un responsable, es alguien que da cuenta a quien se le exige y de quien se espera disciplina para vivir, ojalá no para portarse bien, sino para estar verdaderamente en ella.
Usamos la contribución que ofrece el cuerpo en estas prácticas para sostener la cualidad de un contacto más sutil e integrado, más vital, más dinámico, que facilite y le otorgue propiedad a la función de conducir, de modular equipos, de administrar la realidad con eficiencia.

EQUIPO DE TRABAJO

Equipo de Trabajo

Entendemos que un Equipo está formado por partes que se organizan o disponen de una cierta manera: en dos planos o categorías diferentes. Entre las partes de una y otra categoría se establece una relación de complementariedad, que ambas reconocen como de utilidad.

A aquella categoría de mayor profundidad y amplitud le corresponde la función de Conducir, de guiar el sistema total, en tanto ha desarrollado capacidad para hacerse cargo de los aportes de las otras partes, para recibirlos y situarlos en relación al todo y a la situación del todo en el medio.

Quien Conduce tiene la responsabilidad de catalizar la posibilidad de integración del sistema, catalizarla a partir del aporte de cada parte, por tanto es necesario que cada una de ellas se haga cargo responsablemente de su aporte para ofrecerlo al todo: cada parte debe ofrecerse para ser regulada en el encuentro.

Un Equipo dispone de información respecto a diferentes dimensiones de sí: de lo que hace y también cómo lo hace. Cuando esto es así, cuando atiende a su como, le es posible tomar distancia de su tarea, mirarla, evaluarla, ya no solo en el resultado sino también en el proceso, puede regularlo, administrarlo.
La función de Conducción dice directa relación con la posibilidad de acceder a este tipo de información ya que, en el mismo acto de interesares por las maneras empleadas, no solo se accede a más información del sistema, sino que, hacerlo exige, hace posible, que la función de conducción se desplace a ocupar un lugar desde el cuál tiene la perspectiva del sistema.

Para que exista conducción, entendida como la posibilidad de integrar el aporte de las partes en una cierta dirección, se requiere que cada parte, de una y otra categoría, se interese, en el marco de su propio situación, por recibir y atender a su “cómo hace lo que hace”, y al impacto que el hacer de otros tiene sobre sí.

Transformar un grupo en Equipo implica implementar y experimentar un sistema de retroalimentación, cualitativa y cuantitativamente adecuado, un sistema sensible a las diferentes clases de información, y un sistema de conducción que le permita administrar e integrar la información dispersa.

Si un sistema puede reconocer lo que sabe y lo que no sabe, si puede conducirse, sin duda podrá hacer frente a los desafíos de un ambiente en permanente cambio, en constante transformación. El medio exige que los sistemas de trabajo sean dinámicos y flexibles, que puedan articularse con la oportunidad, a la vez que puedan, en una dimensión diferente, sostener una permanencia, mantener una línea, una dirección, un objetivo común y final, que de sentido al quehacer y opere como referente en la transformación.

Que un funcionamiento de esta naturaleza se implemente y se experimente en propiedad por un sistema, requiere que las partes que lo conforman lo reconozcan como algo efectivamente útil para todos. Esto es posible en la medida que se establezca una conexión, que se experimente una relación entre este estilo de funcionar y la posibilidad de aproximarse a una meta realmente común, de la cuál todos participan, y que trasciende la distinción de categorías y funciones, que trasciende los objetivos específicos y operativos de cada tarea en particular. Al mismo tiempo es necesario que se asuman las distinciones de funciones y posiciones, que las partes se interesen, se dispongan, se propongan avanzar en precisión al respecto.


Extraído de “PRESENTACIÓN DE UN MARCO DE REFERENCIA Y UNA PROPUESTA DE INTERVENCIÓN SOBRE EL RECURSO HUMANO PARA EL DESARROLLO DE LA EFICIENCIA APROVECHANDO LA INCORPORACIÓN DE TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN.
Documento de trabajo elaborado para IFOP, Instituto de Fomento Pesquero, en el marco de un proceso investigación - acción desarrollado en conjunto por AUGE, Automatización de la Gestión y TRIAGRAMA, Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad. Santiago 1995.

Ser Padres









¿Cuál es la respuesta o cómo podríamos desarrollar nuestra respuesta para con nuestros hijos, para con nosotros?.

Padres y Madres necesitamos alcanzar grados superiores de comprensión para nuestra labor. No es fácil hoy sentir satisfacción, alcanzar tranquilidad en esta tarea, cuidar a los hijos, enseñarles. Con certeza, la influencia que ejercemos los padres en la vida de nuestros hijos, es siempre significativa, somos quienes grabamos primeramente, imprimimos en su inocencia nuestra influencia.

Honrar padre y madre. Es posible reconocer cómo todo ser humano que no ha resuelto, que no ha logrado reconciliarse con sus padres, se manifiesta perturbado, funcionalmente no alcanza libertad, comprensión, para relacionarse con otros seres afectivamente significativos en sus vidas, especialmente con ellos. Es la primera experiencia la que yace, donde primero se aprende a estar con otros, y si de ahí se aprende a estar sin la claridad, sin la lucidez, como frecuentemente ocurre, esa forma es la que se usa, sin mucha conciencia, pero así se usa, quiero a mi mamá porque me porto bien con ella, o ella me quiere porque me cuida.La función trascendente del Padre y de la Madre, es precisamente esa, ser instrumentos para dar Vida, capital esencial. Ese reconocimiento es obligado para los padres: agradecer a sus propios padres por la oportunidad de estar vivos, a través de ellos.
Esa función es incuestionable, es de una jerarquía esencial, imposible de desconocer, para bien o para mal. Cualquier deficiencia presente en la formación, en el acompañamiento que ofrecieron a sus hijos durante su desarrollo, no será suficiente para anular ese necesario reconocimiento, no para negar o desconocer los déficits presentes en otros planos, pero la distinción entre unos y otros, ordena, clarifica.Como padres debemos partir de ese hecho, haber participado como un instrumento, como vehículo para la existencia de nuestros hijos, y por eso cabe agradecer; ahora, si producto de la comprensión, de la luz que se recibe, podemos conducir esta oportunidad para llegar a convertirnos en influencias nutritivas, facilitadotas, orientadoras para nuestros hijos, mejor aún.
Ese interés, cariño, que en la mayoría de los casos, parece brotar en los padres, en presencia de sus hijos, esa sensación orgánica significativa, nos lleva, no pocas veces, a como a apropiarnos de ellos: “nuestros hijos”. Sus vidas, fuertemente ligadas a la nuestra, nos nutren, nos contentan, y también nos duelen, como también a ellos nuestra influencia los afecta, y a veces los determina.Ojalá pudiésemos comprender lo trascendente que es, para el ejercicio de la función de padres, el participar de algún grado de comprensión esencial, suficiente, de la Vida, de Dios, de nuestra condición.Los griegos, impregnaban su cultura con el principio de que nuestra condición reconoce la presencia del alma en la existencia del ser humano, esa sutileza que se activa en nosotros para acompañarnos, y también en nuestros hijos, como fue y es ahora mismo.
El alma perdida en el espacio simbólico del intelecto, dentro del ego, determina la producción de un cierto tipo de proyecto, que se impregna insuficientemente de la vida, como para alcanzar la propiedad de la misma, en la misma. Los padres necesitamos modelar, proponer categoría en su presencia, estar lo suficientemente despiertos, conectados con algún grado de objetividad al momento de vivir nuestra vida, con dignidad, es decir, comprendiendo lo suficiente de lo esencial, como para ejercer una respuesta precisa, oportuna, graciosa ojalá, no siempre alegría, pero útil. Este esfuerzo permite alcanzar un ofrecimiento hacia nuestros hijos de mayor categoría.
Es útil para funcionar en la vida recibir instrucciones sobre espacios más esenciales, espacios funcionalmente trascendentes. Si asumimos que somos almas encarnadas, el proyecto reconoce la trascendencia, esta vida no se termina aquí.Como Jesús demostró cuando resucitó, la Vida es Eterna, presente, trascendente a la materia. Los discípulos estaban abatidos, desconcertados, hasta cuando Jesús aparece y enciende la llama del cristianismo, la existencia de Dios.Mi padre, mi abuela, mi abuelo, especialmente mi padre, manifiesta su presencia en mi vida, habiendo ya entregado su cuerpo, cundo mi padre “falleció”, sentí tranquilidad en mi presencia, algo se activó, incluso funcionalmente más cerca, puedo sentir su compañía, no se murió nunca su impacto, algo se liberó, se abrió, se aclaró. Para un hijo es útil integrar este principio, así puede evitarse sufrir por pérdidas que no son tales.Buscar el alma que vive en el cuerpo de mi hijo.Padres materiales, la esencia es divina. Desde mi esencia hacia la esencia de mi hijo, ese encuentro facilita el Despertar. Si el padre o la madre están concientes de su condición, influencian a su hijo, lo llaman a participar, a vibrar en frecuencias sutiles, a estar más cerca de Dios y en Dios, mejor conectados a la situación. La cualidad de la conciencia alcanza para recibir dignamente lo esencial, más oportuno, más inteligente, distinto funcionalmente, más eficiente.
Estos atributos, procurar su desarrollo, es función de los Padres, del formador, del Maestro, del Profesor.La dignidad del Profesor. Para el momento en que nos encontramos, el profesor debe contribuir a lo que la oportunidad exige: precisar la categoría de información que va ser el objeto de su atención, aquella distinta a lo que pueda alcanzarse a través de un acto mecánico, también aquella, pero además esa que trae una vitalidad inalcanzable por la máquina.
Recrear la función del profesor, actualizarla y también la de los Padres.
Niños con más plenitud en sus vidas, a cargo de responsables, padres, profesores, interesados en ofrecer grados de plenitud superiores en su dinamismo, interesados en alcanzar presencias con niveles de integración superiores a los esquemas teóricos, aprender a moverse, enseñar un cómo. Aprender y enseñar instrucciones más esenciales, para operar en niveles de plenitud superiores.

Utilizar la oportunidad que somos como padres:
Influencias trascendentes para nuestros hijos, para ofrecerles contribuciones significativas en cualidad.
Asumir el desafío me convierte también en hermano de mis hijos. Soy hermano de mis hijos y de mis padres.

La persona del Profesor y lo que puede hacer

Con el propósito de ofrecer un marco, un escenario, que contenga los afanes por comprender, por transformar algo de este proceso, tan criticado, que produce tanto descontento, pero considerado como esencial para la vida del hombre como es el de la Educación y también para intentar establecer un eje para conducir el ejercicio, escribo este documento.



Para esta ocasión existe un tema: el profesor, su persona, su función, su situación, sus posibilidades, sus dificultades, su camino, y un requisito, que el trabajo sea útil, práctico, no juntarnos para saciar nuestra necesidad de aliviar tensiones, de quejarnos, sino para crear, para salir fortalecidos, para recibir.
Tal vez sea necesario primero dejar espacios libres en cada uno, para poder recibir, retener, quedarnos con lo que pudiera aparecer. Si cada uno está tan lleno de frustración, la ansiedad por vaciar no nos dejará recibir, sin embargo, debemos aprender a trascender esta necesidad, para así atender una necesidad de otro orden, que nos brindará un tipo de satisfacción superior, que es la de experimentar la creación, lo nuevo, el aprender, la de encontrar algo útil para avanzar en este proceso.

Entonces hay dos dimensiones que abordar: la persona del profesor y lo qué él puede hacer.

Profundizando sobre la primera, la persona del profesor. Una impresión, la impresión que desde mi posición recibo, que se produce en mi persona cuando recibo o cuando reviso mi experiencia con el profesor, con las personas que ejercen la función del profesor; me entrega antecedentes de una persona confundida, que trata de llevar a cabo lo que le han enseñado, que le toca hacer en las condiciones que se le ofrecen, que no está contento. Es como si lo que le enseñaron, no le sirviera para desempeñar la función que se necesita hacer y que él necesita hacer. Como si hacer lo que le enseñaron le hiciera daño a él, lo dejara descontento, le produjese frustración. La impresión me habla de un ser humano que está ubicado inadecuadamente desempeñando una función de un modo que le hace daño.
No se le prepara para comprender en profundidad el significado, la trascendencia de su oficio, no se le prepara para concebirse él integralmente como instrumento, no se le enseña que no tan sólo serán sus conocimientos específico sobre una materia, el insumo que habrá de ofrecer en el encuentro con el alumno, sino que su vida completa, sus actitudes, el resultado de su proceso en la vida, el grado de satisfacción que refleje, será lo sustancial, lo fundamental, sobre lo que se hace posible, con lo que adquiere sentido la entrega de datos. Esta misma impresión que pretende ser un insumo para el intercambio que vamos a efectuar, habla de personas agotadas, cansadas de tratar a través de los causes que se les han ofrecido para desplegar sus intenciones, de personas con insuficientes herramientas para ofrecerse un tipo de mirada, que les permita trascender los diagnósticos fatalistas, apocalípticos, desesperanzados, que en la actualidad paralizan o facilitan un autismo inconducente, impregnado de resentimiento, y llegar a espacios desde los cuales se pueda formular un diagnóstico propositivo, que impregnado de realidad, reciba y valore el pequeño aporte y abra otro movimiento.
La persona del profesor, la vida del profesor no le interesa a nadie, ni al mismo profesor, no sabe por tanto cómo interesarse en algo más de ese niño que le es entregado para conducir en su proceso de desarrollo y actualización.
El profesor pareciera adolecer de un objetivo claro, de un cómo profundo, depende de que alguien, algún otro, efectúe cambios para él. No se ve con la responsabilidad de catalizar Él el cambio, la transformación de la forma de buscar. Impresiona la enorme capacidad de algunos para continuar buscando, para seguir tratando, para conservar la llama encendida, y la pasividad de otros.

¿Qué es lo que el profesor puede hacer entonces? Parece importante que el profesor se reconozca como sujeto en acción, haciendo cosas que lo dejan descontento, y que por tanto haga un paréntesis para estudiar cómo él hace lo que hace, cómo él desempeña su función, cómo vive su trabajo, cuanto tiempo se dedica para sí, para evaluar si su forma de hacer le procura el desarrollo y bienestar que implícitamente predica mientras educa; por ejemplo: considerar si regula su movimiento, considerándose él mismo como fuente de información, si él se siente o tan sólo se piensa, ¿dónde se instala para estar con ese otro (alumno) haciendo?, si lo sabe o no; y si lo sabe entonces cómo lo va haciendo. Si su persona es sólo lo que piensa, si su interés es sólo por lo que sabe en él y en el alumno, o sus esfuerzos también se interesan por lo que siente y por lo que no se sabe.




La invitación es a asumirse como eje para la transformación, a experimentar la posibilidad que se abre al interesarse en el propio quehacer, en el propio modo de hacer, interesarse en profundizar en la relación que existe entre mi propio nivel de presencia en el hacer y sus resultados. Se trata de procurar aumentar el nivel de satisfacción por un mejor uso de mi capacidad, por un mejor uso de mi posibilidad, como un eje con mayor posibilidad de intervención, en comparación a aquellas materias externas, del contexto, que siendo ciertas, escapan o se encuentran más lejos de mis posibilidades de transformación.




Acerca de las cosas que el hombre puede


Estar…a pesar de lo que me esté pasando
Vamos a entender para estos efectos que el ser humano es la síntesis, la integración del espíritu, del alma, del Yo y su cuerpo.
Cada uno de nosotros puede reconocer esta distinción entre alma y el cuerpo, entre el cuerpo que es sentido…, por ejemplo: usted sentado puede reconocer su espalda, la masa, la materialidad de ella, distinta a la idea de espalda (esta es otra distinción), y así como su espalda, su cara, sus pies, etc. Su cuerpo. Entonces entre este cuerpo que es sentido y usted que lo siente.
Usted que está allí reconociendo la existencia de él, usted que es también distinto a sus pensamientos. Es como si usted fuera el dueño de las ideas, (sus ideas) y el dueño del cuerpo (su cuerpo).
No se si el “dueño” pero si el responsable de ese cuerpo o de esas ideas o pensamientos. Tampoco estoy seguro de si es el responsable, si es que alguien es capaz de responder por su cuerpo verdaderamente, con autoridad, saber de él como para entregar respuestas acerca de él. Bueno, pero si el que lo puede sentir, o no sentir.
Un hombre es entonces el encuentro de uno con su cuerpo, es la integración de ese “uno” (alma, espíritu, Yo) con un cuerpo que ofrece sensaciones, ideas, otros. Cuando usted mira el cuerpo de otro, mira su cara, sus orejas, experimenta algo que es diferente a cuando usted se encuentra con la mirada del otro.
En la mirada reconocemos al otro ahí, tenemos certeza de la presencia viva de otro, sabemos del otro.
Es frecuente observar el temor, la dificultad para encontrarse, para recibir la mirada de otras persona. Perturba que alguien me mire, que nos miremos, queremos pensar y dejamos de mirar al otro, si lo miramos el pensar no fluye tan fácil, es como si se reconociera la presencia de algo muy diferente donde el pensar como que no cabe. Algunos, la mayoría, prefieren refugiarse en sus pensamientos, los menos con el otro. Cuando decidimos mirar al otro nuestras ideas suelen perder su continuidad en la conciencia, se alternan con sensaciones y esto genera una perturbación a esta “quietud”, para muchos deseable. También es cierto sin embargo que esta “perturbación” se acompaña de una vitalidad, una frescura, algo interesante aparece, distinto.
Lo frecuente es que la aparición de estas sensaciones nos lleve a renunciar a ese encuentro y nuestra atención se desvía, no somos capaces de sostener la mirada, no toleramos la presencia de esas reacciones manifestadas en la materialidad del cuerpo y en la abstracción de las ideas.
Cuando ese dueño, ese observador tiene la fuerza, la entereza (capacidad para estar entero), para seguir en su lugar, para distinguirse de esa agitación, cuando la acepta, cuando no se distrae, por ejemplo, pretendiendo cambiarla, cuando no se deja arrastrar por los pensamientos, y asume como lo más importante permanecer en su sitio, le ofrece al hombre, a ese hombre, la posibilidad de organizarse de un modo apropiado, así podrá aceptarse y comprender, ser más libre, ya no tendrá que escabullirse, que evitar, sabrá como sobreponerse a “si mismo”, para hacer siempre, o por lo menos más veces, lo que corresponda hacer.
Esto no es lo habitual.
Un ejemplo: una mujer va hacia su marido, el está viviendo un estado de confusión, en crisis, sufriendo. Ante eso, ella experimenta un impacto doloroso, aparece en su cuerpo un desagrado, y piensa cosas, se da cuenta que a ella no le gusta ver a su marido así, se pregunta si a ella le sirve o no vivir ese momento, si está dispuesta a afectarse así, como se siente, frente al estímulo que es en ese momento ese hombre que sufre, piensa sobre las cosas que ese hombre debería hacer para dejar ese estado y mientras ella atiende lo que piensa, rechaza lo que ella siente y termina por rechazar a su hombre, y lo deja solo con sus cosas, piensa que lo mejor es dejarlo solo.
El hombre por su parte, atrapado en su crisis no ofrece facilidades para que ella se acerque, tan solo ofrece su perturbación, su lenguaje expresa también aquello, parte importante de su crisis consiste en que el también se rechaza, se desprecia, no ha desarrollado la capacidad para acompañarse en un momento así.
Cuando esa misma mujer comprende y se hace cargo de su reacción, cuando se ofrece para sí una actitud que promueve la trascendencia a su reacción, no convertirla en todo lo suyo, cuando a pesar de “si misma” puede establecer un contacto con su hombre, y lo ve y comprende que él no puede y que el necesita, y que ella también necesita de ese hombre, se acercará ofreciéndose, reacción incluida, aceptada, y aceptando el estado de su hombre, abriendo la posibilidad, para incorporar otra categoría de estrategias que faciliten también en el hombre alzarse para aceptar y mirar desde otra altura, e iniciar un operar, un transformar, una redefinición desde, lo malo hacia lo que es, una valoración porque es así, y una utilización de lo dado más allá de si me gusta o no. Algo así comienza, un cambio de criterio, de mirada, de marco de referencia, un optar a desarrollar esta capacidad útil en todas las relaciones, adquirir esta habilidad para saber estar íntimamente con mi posibilidad.

UNIÓN

Sentir el momento impregnado a Unión, estamos juntos en algo cierto, que nos damos como principio, “Amar a Dios por sobre todas las cosas”, ese aroma del todo, que nos va recibiendo, y hacia el que también nosotros queremos ir.
Momentos dentro de ciertas prácticas que ofrecen la oportunidad para presenciar y participar de un encuentro más íntimo y delicado, con todo a la vez, y con las distinciones, una actividad sentida como eje, un viaje que se va creando, sensual, firme, unidos, cada uno y con todo a la vez, algo más de eso, vivir esa posibilidad, tocarla, para que nos dé esperanzas, para que nos transforme, para alcanzar más comprensión, más esencialidad. La identidad instalada en otra dimensión, aparecen materiales, se abre una visión para instalarnos en otra frecuencia, más plena, que facilita una mayor integración conciente, en el momento, cualidad que permite reconocer y reconocernos ocupando también lugar. En cada cual brota el compromiso con Dios y con cada uno, que es lo mismo.
Somos seres espirituales, participamos de una sutileza, de una actividad fina, luminosa, surge como certeza, asusta, pero la consistencia obliga, la unión en Dios es para los seres espirituales que somos, a imagen y semejanza. Siempre los seres humanos hemos sido espirituales, necesitamos asumir y actuar en consecuencia, especialmente los que ya poseemos comprensión suficiente, que sin pecar de locos suene lo suficientemente serio para afirmarlo, como profesionales, y recomendar el estudio sobre estas materias.

Vivir Nuestra Dimensión Espiritual Cotidianamente

Hacer conciencia y comprender la trascendencia que tiene, incluir la espiritualidad a nuestro cotidiano, vivir asumiendo que existe un espacio sutil, activado, formando parte del cada día en cada uno, facilita las cosas, somos lo que somos, seres espirituales, ¿sí o no?
Habitamos en nuestro cuerpo, podemos sentir la materia, su masa, su volumen, su dinámica; recibir la actividad intelectual, estudiar nuestra relación con todo eso, nuestro sentimiento, y esa presencia trascendente que es esquiva, que al integrarse el rompecabezas se arma, el instrumento está más listo, se incluye otra dimensión, se alcanza un grado superior de integración, recuperamos la sutileza, el Ser de lo humano.

Trabajar para desarrollar la presencia, para alcanzar alguna cualidad en ella, que sea suficiente para cambiar la frecuencia, para saltar a otro estado, un hombre mejor para el mundo, más conciente, más claro, con más propiedad que alcance a impregnar su contacto con la realidad del grado de objetividad suficiente como para despertar, como para garantizar que realmente ve, que está primero lo primero, que ama a Dios por sobre todas las cosas.

Cuando por alguna vía nos aclaramos y buscamos la presencia del Ser en nuestras vidas, para referirnos a esa actividad fina que nos regala omnipresencia en la vida, nuestra cultura cambia, se transforma, ya lo esencial a cultivar es de otro orden, cambia el proyecto, su naturaleza, se trasciende lo material cuando se reivindica lo sutil, el Yo superior que es Dios en mi, Jesús ya está aquí. Si la presencia espiritual se integra, Jesús vive en mí, me acompaña, llego a su reino, al reino del Padre, al de Todos.

Jesús trató de mostrarnos la ilusión, y nos invitó a recuperar la dignidad. Claro, nos tomamos nuestro tiempo, pero más vale tarde. Él probó que la materia será trascendida, entrega su cuerpo y su alma sigue viva, resucitó.