La Comprensión de la Necesidad y la Categoría en la Respuesta

En la base de nuestro desequilibrio, se encuentra la insuficiente comprensión de nuestras circunstancias, incluidos nosotros.

La respuesta que nos ofrecemos, buscando satisfacer necesidades, se ve comprometida por la recepción insuficiente de un todo. No alcanza para tocar espacios esenciales, que permitan distinguir jerarquías, que faciliten la comprensión, para recrearnos, para saltar de un plan, de un proyecto de vida, a un estar tratando de estar ahora presentes en el momento, descubriendo el secreto que nos ilumina, nos orienta, nos afina y precisa nuestra tarea; la posible, aquella que si se puede hacer y que depende de nosotros.

Trabajar en salud, en educación, estar al servicio; es trabajar en autonomía, en conducir hacia la conquista de la propia riqueza; es avanzar en el darnos cuenta que tenemos que apelar a nuestros propios recursos, que están, aunque los ignoremos.
Un primer paso, es recuperar la conciencia de la masa, del peso, del volumen. Un primer paso es conseguir que una función sutil, como la del Yo, se desarrolle desde más allá del ego; que podamos experimentar la categoría de cuando estamos instalados en aquella posición, que permite el registro de la actividad corporal, de la actividad intelectual, de ambas, de lo emocional; y paulatinamente distinguirnos, como sujetos concientes de esta apertura.
Así se puede pretender recrear todo, surgen distintos, cambio de frecuencia; se hace posible escapar de un proyecto inconducente que pretende administrar el todo, desde una parte; para llegar a algún grado superior de funcionamiento, que integre categorías de información más plena, que nutra las oportunidades. Dejar de hacer aquello que no, y abocarse con más interés en aquello que sí.
Esto es un proceso, las herramientas para soportar una presencia más vital, se van adquiriendo según los méritos.
La dependencia, el uso obligado de amortiguadores de la realidad, surge en ausencia de la capacidad para mantenernos dignos frente a las distintas intensidades, profundidades, amplitudes que experimentamos en nuestra vida.
Especialmente personas dotadas de sensibilidad, que somos todos en realidad, sin embargo; algunos logran grados de adaptación que neutralizan la fricción, la insatisfacción, pero otros quedan expuestos a soportar el todo sin las habilidades necesarias para esta exigencia; saben más de su vida de lo que son capaces de administrar y esta insuficiencia los somete a dinámicas que no dan cobertura, que no incluyen suficiente de lo esencial para alcanzar la gracia, en algún grado, para cristalizar una firmeza, en una altura que proteja contra la tentación, contra la necesidad urgente de una parte, que arrastra al todo hacia una respuesta que no considera suficiente del sistema, que lo desestabiliza, que lo traiciona.

Despertar una dimensión nueva en la vida, un espacio de sutileza, que surge producto de un esfuerzo, de un entrenamiento, obligar libremente a recibir un brote a través de la práctica. Es necesario generar una experiencia que por si misma transforme una acción, un movimiento, una vitalidad conciente, que dé contexto para otra significación, otra lógica, otro proyecto.
Cuando el encuentro con más de nuestra vida ocurre, cuando ante nuestra sorpresa, brota una dimensión más integrada de la vida, cuando nos instalamos fuera del ego; se abre la posibilidad para sentir a Dios en nuestra vida, para integrar Dios en nuestro cotidiano, cultivar a Dios en nuestro espacio, desarrollar la sutileza, la espiritualidad, el Yo superior, que es Dios en mi.
Tengo a Dios en mi, sin contexto es sicótico, pero es así, somos en esencia creaciones de Dios, partes del Todo, que perdidos en la ilusión, nos desentendemos de nuestra condición esencial.
Por no pecar de soberbios no penetramos el estudio sobre una propiedad que es funcionalmente significativa para el Desarrollo Humano, que libera, que efectivamente resulta en una salvación.

Milton Flores Gatica
2007

Encuentro con Otro


Es una necesidad para todos comprender lo que sucede cuando dos personas se encuentran. Mucho descontento y enfermedad se genera por la incapacidad de estar con otro, de estar primero con uno y, después, con otro.


¿Que es lo que sucede en este encuentro, y cómo sucede? Lo habitual es imaginar que sabemos lo que ocurre, y es cierto, todos sabemos, cada uno sabe, pero, ¿cuánto y cómo sabe?

Sabemos que sentimos cosas, que pensamos otras, pero no nos damos cuenta, por
ejemplo, que a menudo confundimos lo que sentimos con lo que pensamos.

En realidad, ni si quiera nos ha interesado comprender la utilidad de distinguir lo uno de lo otro. Finamente no podemos precisar, dar cuenta con claridad de lo que acontece; nos ofrecemos una información vaga, confusa que empleamos para organizar nuestro comportamiento.


Es necesario contar con algún marco sobre lo que es posible esperar que nos pase, sobre cuales son las zonas que se impactan en mí ante la presencia del otro. ¿Cuáles son las reacciones que en nosotros se producen frente a ese otro, o más bien, frente al impacto que en mi provoca la presencia del otro?. ¿Que parte de mí es la que tiene la posibilidad de reconocer ese impacto y las reacciones, y efectuar las distinciones a que aludimos?. Estas y otras preguntas parecen necesitar respuestas.

Es necesario reconocer la existencia de un cuerpo en la dinámica del funcionamiento humano. Cuerpo que posee la capacidad y la autoridad para saber de un otro real. Él siente la presencia del otro, recibe en su materialidad, en su estructura y en sus espacios, el impacto, la influencia del otro. Él es quien se afecta por el contacto físico o por la cercanía del otro. Es en el cuerpo donde se despierta la ternura, el cariño, lo erótico, la rabia y otras sensaciones. Aquí la realidad deja su impresión. Habitualmente nosotros recibimos de esa impresión: orgánica, sensible, primaria, una información menos vital: símbolos, pensamientos o imágenes que amortiguan la intensidad de la realidad. Recibimos una información que ofrece grados de realidad inferiores a las que experimenta el cuerpo. Éste no participa como sensor, como fuente directa y fresca de información. Su mensaje es derivado, sustituido, transformado en un material que habla acerca de él, pero que no es él. Es un material que pierde la calidad de vivo.


El que esto ocurra así, tiene que ver con la falta de habilidad cultural, no natural, para vincularnos con lo real, con esa dimensión que no se detiene, incierta, que nos exige desarrollar una actitud creadora para recibirnos, una capacidad para “construir improvisando siempre”. Sí, el cuerpo, su naturaleza, pertenecen a esta dimensión. Basta con reconocer lo que nos sucede cuando experimentamos sensaciones como dolor, tristeza, placer, y la perturbación que nos genera, lo indefensos que nos sentimos. Hemos sido preparados para aprender a amortiguar, a neutralizar lo vivo, desconocer su condición esencial y reemplazarlo. Suponemos que esos pensamientos e imágenes son la realidad, nos conformamos con esta pseudoconexión, nos habituamos a modular nuestro andar, utilizando esta referencia poco genuina. Así, no podemos, por ejemplo saber realmente el grado de agotamiento que experimentamos y la necesidad de descanso que mi vida tiene. No sufrimos el peso de nuestro cuerpo, no saboreamos el alimento, no sentimos plenamente el sexo. Toda esta información que el contacto con el cuerpo, en tanto el mismo ofrece, no es para nosotros, no existe, sin embargo, si existe la idea acerca de si me corresponde o no estar cansado u otras.


Entonces, este cuerpo ha de ser buscado por las interesantes posibilidades que nos ofrece, como las mencionadas y otras.
¿Quién lo puede encontrar?, ¿Quién puede reclamarlo, convertirse en sujeto?, ¿Quién es el que hace conciencia de su presencia o de su ausencia?, ¿Quién puede decidir arriesgarse a salir de ese espacio amortiguado y saltar a la aventura?. Este es un tema que da susto abordar. Es inevitable experimentar una sensación que puedo simbolizar como de “irreverencia”, porque no pareciera reservado a los hombres comunes abordar una tema como este.

Este espacio intimo, este sujeto presente, esta entidad que sé en mi, difícil
de definir, que anima, soy Yo. Yo soy, alma, espíritu, conciencia; Yo, que
puedo elegir atender mi cuerpo o a mis ideas; Yo, que me puedo pedir atender
a ambos.

Soy Yo quien sabe cuál es el impacto que tiene el otro en mí. Yo soy el que con mi cuerpo escribo, el que necesita expresar, el que cuenta con el intelecto para que me ofrezca las palabras apropiadas, en el orden adecuado. Soy el que puede reconocer la activación y distinguir su tipo y naturaleza, su intensidad, reconocer también la tendencia de la primera reacción.


Yo soy quien está escribiendo para usted, usted que estará atendiendo a esta lectura también desde su propia intimidad y que podrá sentirse perturbado sino entiende.
Esta presencia reconocible, que siente que puede tomar conciencia de la vida en uno y afuera, esta presencia que siempre está, pero que no siempre hace conciencia de si misma, Soy Yo, aquí, escribiendo y es usted allá o aquí leyendo este texto.


MFG 1996

Dar


Un Movimiento Inteligente
que produce Bien-estar

Desde que somos pequeños nos hemos acostumbrado a oír que es bueno ser generoso, que es una virtud el cultivar la posibilidad de dar a otros, venciendo la resistencia que se produce, a veces, en forma natural en nuestro interior. “Dar hasta que duela”, es la invitación del Padre Hurtado, una frase que nos hace meditar en el sentido más profundo que puede llegar a tener esta manifestación humana.


¿ Es posible vivir el acto generoso en toda su amplitud sin que necesariamente signifique solo dolor sino también alegría, satisfacción ?



Más de alguna, vez hemos entrado en consideraciones acerca de cuanto debo dar, procurando que en la entrega se produzca un justo equilibrio entre aquello que doy y que recibo. El raciocinio habitual es pensar en que si lo dado en superior en calidad y cantidad a alo recibido, puedo sentirme “estafado” y que, si supero este sentimiento, este dolor, estoy en camino de la virtud…

Cuando estoy en medio de este análisis, no alcanzo a darme cuenta que desde ahí en adelante estoy comenzando a perderme el sentido más valioso que puede significar el acto de Dar.

Si nos aproximamos a este mismo momento con otra intención, con una mirada más profunda, será posible reconocer, que en este darle al otro nos brindamos la oportunidad de experimentar un estado de satisfacción que compromete la condición orgánica. La fisiología de este individuo generoso siente el impacto de una acción que verdaderamente contribuye a su bienestar.


Al Dar nos ofrecemos la oportunidad de experimentar una satisfacción
profunda y genuina, que contribuye al bienestar nuestro y del otro.


Así comprendido, el movimiento de Dar es más que dar o recibir, es las dos cosas al mismo tiempo. Se da y se recibe cuando se Da. Es un acto inteligente para la vida, es más que un acto bueno, es útil, y por eso es bueno, y por eso es necesario.

Cuando es “bueno” y nada más es tan solo la mente la que se motiva. Cuando es la vida la que se interesa nace una necesidad vital que surge de una comprensión esencial: la vida sabe que ella se beneficia cuando da. Se despierta un interés por afinar este “recurso”, por situarlo adecuadamente, por desarrollarlo sin vulgarizarlo.

Y en este esfuerzo surge con sorpresa que nuestro servicio hacia el prójimo es un servicio, también para nosotros, y por que le hace bien a la vida nuestra, realmente también beneficia la vida del otro.

Es preciso reconocer en este plano que no podemos dar o darnos así, solo con desearlo o pensarlo.


El acto conciente y voluntario de entregarnos para otro, solo es posible
y con lleva la gracia del afectar a ese otro cuando primero estamos conscientes de nosotros mismos.




La entrega sin esta parte esencial nuestra, se traduce en una ofrenda vacía, sin resonancia. Estar en mi, presente en lo que doy, cuando lo doy, es lo que permite la transformación de un acto vacío en un acto vital.

El Dar, entendido como una manifestación del espíritu generoso del hombre hacia su prójimo se convierte en una forma valiosa de gozo para quien da y para quien recibe. Descubro en ese proceso la capacidad que habita en mí, de producir gozo en el otro y ese otro también se beneficiará al sentir que su sensación es una fuente de satisfacción para mí. Todas estas impresiones, registradas en nuestra vida nos irán dando la certeza de cuán útil puede llegar a ser Dar, conscientes de lo que ocurre cuando lo hacemos.

M.FloresG.

El Hombre y el Trabajo




Para aproximarse a esa relación, para dejarse impresionar, leer de algún modo que contribuya, que facilite la comprensión del actual estado de esta relación, es necesario recordar que necesitamos trabajar para vivir, y con esto no hacemos referencia a que necesitamos trabajar-para-ganar-dinero-para-solventar-el-diario-vivir. Nos referimos a que las personas necesitamos desarrollar esfuerzos, ojalá organizados, concientes, para atender nuestra situación, nuestra responsabilidad como organismo vivo, inserto en un Gran Organismo, la Vida, Dios, El Todo. Es necesario recordar que la sintonía existente entre el funcionamiento del Ser Humano y este Gran Organismo, no es todo lo deseable, para Dios ni para el Hombre, y que particularmente la vida de las personas paga costos por este hecho. En este plano el hombre y la mujer prácticamente no trabajan, no tienen incorporado este deber esencial, el de sintonizarse con el Todo, en su proyecto y tampoco, por lo menos de modo oficial, se les instruye formalmente, explícitamente, para su estudio y desarrollo.
Este hecho determina entonces que cuando trabajamos, en el contexto de la cultura “para ganarnos la vida”, desconocemos el hecho que esa vida, cuando la categoría lógica incluye a Dios, ya está ganada. Cuando la cultura soporta la integración de Dios en la vida operativa, concreta, cotidiana, cuando incluye la tarea de cultivar la divinidad presente en el hombre, en ese momento el hombre cambia la categoría de su proyecto, modifica la categoría y la dignidad de su responsabilidad, pone a su servicio otro capital, capital que siempre estuvo disponible, capital que, de acuerdo al nivel de su desarrollo, va facilitando, recreando, la comprensión que le sirve de referencia para ejercer su responsabilidad. Así, el Proyecto de Vida, no se acaba en logros materiales, no se acaba en repetir lo ya inventado, se abre para vivir en una creación impostergable: el cuidado de esta vida ya ganada, el cultivo de la divinidad o trascendencia de la vida propia como parte de LA VIDA toda.
En el marco de un proyecto de esta naturaleza, con esta categoría de objetivos, el esfuerzo que el hombre y la mujer desarrollan a través de sus oficios, para cumplir con sus obligaciones, participar de su responsabilidad social y proveerse de la energía específicamente necesaria para la subsistencia, y que se intercambia trabajo por dinero, en una de sus formas, tal vez la más dolorosa, inevitable y necesaria, pero no la única, en ese marco, este esfuerzo se recrea, se refresca, se revitaliza y se vuelve significativo para contribuir a alcanzar los grandes desafíos del ser humano: su actualización, su individuación, su conciencia, su trascendencia.

Hoy, tal cuál como funcionan las instituciones y nuestro sistema social, económico y cultural, es posible reconocer que los proyectos que le dan trabajo remunerado al hombre, en su gran mayoría no le otorgan un espacio que refleje suficientemente una comprensión del recurso que están empleando, como cuando una máquina que se mal usa por no comprender su potencial, sus cualidades, sus necesidades de mantenimiento; no proponen dinámicas que reflejen una comprensión global y esencial del proceso del cuál forman parte. Entonces la persona sufre por no saber como liberarse, siente el daño pero no visualiza como poder liberarse del compromiso establecido con el orden formal, con el sistema, se obliga, para obtener la energía que requieren sus responsabilidades, mira a través de su entendimiento y su cálculos, y este entendimiento y estos cálculos surgen de su experiencia de vivir sin incluir la confianza en Dios, confianza que entendemos como estar dispuestos a arriesgarnos más allá del entendimiento intelectual, trascender esa barrera que significa soltar lo conocido, no saber, y convertirse en discípulo de la Vida, esa barrera que nos separa de Dios, de una comprensión más simple y directa de la realidad, de la real posibilidad de recibir y soportar primero y revertir después, transformar el escenario en el cuál nos ha tocado desenvolvernos, y llegar a vincularnos de un modo amable, eficiente y armonioso con el trabajo, permitiendo que la subjetividad se perturbe por iniciar una reubicación en el proceso de vivir y de trabajar para vivir.
El diseño actual va acorralando al trabajador, la mecanicidad se va automatizando, la tecnología desplaza en las funciones mecánicas al hombre y lo obliga para que se acerque a funciones creativas, para que tome conciencia que las necesita, las estudie, las comprenda, esta obligación determina para el hombre un trabajo, un esfuerzo, un salto de categoría, asumir el contacto con grados superiores de esencialidad, recrear su identidad para alcanzar su dimensión creativa, y para crear necesita contactos con la vida más frescos y vitales, VIDA misma con la cuál sea posible crear, el salto significa morir voluntariamente y renacer .

Es necesario distinguir las categorías donde existe trabajo, reconocer la trascendencia que tiene una categoría sobre la otra. Cada Ser debe rendir tributo a su condición, y la nuestra es ser Seres Divinos… Podemos asumir que lo somos o que no lo somos y en cada caso los proyectos son diferentes. Si no lo somos, entonces puede llegar a dar lo mismo que las cosas sigan como están. Si lo asumimos y el proyecto del cuál participamos lo integra con intención, la sintonía es una, si asumimos que lo somos y el proyecto no lo integra, el gran proceso de todas formas acontece pero no es lo mismo para la parte que usa la subjetividad como primer referente, y tampoco lo es para el gran proceso…

Queremos ser lo que hacemos, pensamos que somos, finalmente, creemos que somos y que hacemos lo que pensamos… A pesar de ello igual somos lo que somos y eso no cambia cuando cambia lo que pensamos acerca de nosotros o de los otros…

Milton Flores G



El Vínculo con la Realidad

El vínculo con la realidad a través de la dimensión intelectual limita esencialmente ese vínculo.
Pensamos la vida, atendemos concientemente la producción intelectual, pensamientos, imágenes, y esta cobertura no ofrece sabor.
Sabemos de Dios, del Todo, de la Vida, a través de una dimensión plana – el intelecto-. Dios es un pensar en Dios, no se siente la Vida misma, no se siente a Dios en la vida, no nos tocamos con él, solo pensamos en él, aunque él nos toque.
“Vamos nosotros a tu reino”, pasando a una presencia donde lo intelectual, lo corporal, lo afectivo, y el Yo superior se encuentran, cada cuál con su lenguaje y entre todos recreando el desafío, redefiniendo o re-comprendiendo el camino hacia Dios, hacia nuestra totalidad, hacia nuestra integración total.
Plantearnos así nos obliga a asumir el hecho que todo está haciéndose, creándose, de mejor o peor manera, pero ahí va, naciendo y muriendo y nosotros podemos ir en este viaje tratando de mantenernos parados, sin perder de vista la categoría del desafío que Vivir, y no solo sobrevivir, nos propone.

Meditación en la Vida Cotidiana



“Necesitamos encontrar el vínculo entre nuestras tradiciones y nuestra experiencia actual en la vida. El ahora, o la magia del momento presente, es lo que une la sabiduría del pasado con el presente.”



“La manera de vivenciar esa inmediatez es darse cuenta de que este mismo momento, este mismo instante de nuestras vidas, es siempre la ocasión, de modo que tomar conciencia de dónde estamos y de qué somos, en este preciso instante, es importantísimo. Esta es una de las razones de que nuestra situación de familia, nuestra diva doméstica y cotidiana, sean tan importantes. Debemos considerar nuestro hogar como algo sagrado, como una dorada oportunidad de experimentar la actualidad. El reconocimiento de lo sagrado comienza, muy simplemente, cuando nos interesamos por todos los detalles de nuestras vidas. Interesarse no es más que tomar conciencia de lo que va sucediendo en nuestro diario vivir: estar concientes mientras cocinamos, estar concientes mientras conducimos, estar concientes mientras cambiamos pañales, estar concientes incluso, mientras tenemos una discusión. Esta forma de conciencia puede ayudarnos incluso a liberarnos de la prisa, del caos, de la neurosis, de todo tipo de resentimientos. Puede liberarnos de los obstáculos, que nos separan del ahora, de modo que podamos levantar el ánimo en el acto, continuamente.”

Tomado de “SHAMBALA, La Senda Sagrada del Guerreo”, de Chögyam Trungpa.
Editoral Kairós. Págs. 113 – 114.

Meditación





"Los que no han dedicado horas a la meditación pueden muy bien preguntarse por qué hay quienes la practican; sin embargo, incluso aquellos que sólo han dedicado 20 minutos a la meditación durante algunos meses, resultan visiblemente diferentes al común de las personas. Parecen más calmados e integrados. Es como si hubiesen recolectado las diversas partes de sí mismos y las mantuvieran unidas. Sus movimientos corporales son más suaves, menos precipitados, más armónicos. Al examinarlos de cerca, demuestran considerable sensibilidad, tanto interna como externa. Su conocimiento de la experiencia interna se halla notoriamente por sobre lo común. La práctica de aquietar la mente entrega paz al individuo y también intensifica los procesos internos, de modo que éste puede iniciar un autoanálisis libre. Es un estilo muy íntimo de aprendizaje, ya que no estamos hablando verbalmente a cerca de las experiencias, sino que estamos trabajando dentro de la experiencia en sí. También descubrimos que al aquietar la mente hallamos un refugio que tenemos siempre a nuestro alcance. Recuerdo que en una experiencia muy amarga también meditaba acerca de la belleza de las llamas de la hoguera. Muchos de los desórdenes psicológicos surgen al sentir de nuestra psique que no hay alternativas reales. Debe resolver éste problema determinado, cualquiera que éste sea. La meditación nos abre mundos alternativos que resultan tan válidos como aquel en el cual se nos presentan los problemas difíciles de resolver."

Tomado de "La Profundidad Natural en el Hombre", de Wilson Van Dusen. Editorial Cuatro Vientos. Pág. 85.

Individuación

Individuación es la fuente de toda salud. Individuación es el proceso que mueve al hombre a hacerse una persona completa, única. Esto significa la síntesis de las personalidades, conscientes e inconscientes, y el establecimiento de una relación entre el ego como centro de la conciencia, y el sí mismo, que es la personalidad total, la cuál funciona como nuestro centro.
La individuación es un proceso vital, que lleva a la totalidad. No obstante este proceso nunca se lleva a cabo del todo, porque la personalidad total jamás se alcanza en el curso de la vida. La totalidad necesita la consumación de nuestra potencialidad, pero es difícil que esto se logre, porque dicha potencialidad es demasiado rica y las demandas de la vida cambian constantemente, provocando nuevas respuestas. Sin embargo, el centro inconsciente de nuestro ser de alguna manera sabe lo que significa ser completo. Es a partir de este centro, donde se inicia el proceso de individuación.
No nos decidimos a hacernos enteros, más bien una energía vital que está dentro de nosotros, nos obliga a tomar este camino. Nuestra totalidad –la meta de nuestro desarrollo- vive dentro de nosotros, como una potencialidad dinámica, influenciando profundamente el curso de nuestra vida.
En todo proceso vital, el bien y el mal se entremezclan. La vida nos manda en este proceso no lo que pedimos sino lo que necesitamos para crecer. Las fuerzas del mal tendrán que tocar nuestras vidas porque sin los poderes oscuros, luciféricos, no emerge la conciencia.
El proceso de Individuación es un trabajo. Un “opos vital”. Una tarea que nos llama a no evitar las dificultades y peligros de la vida, sino a percibir el sentido del pattern de acontecimientos que la conforman.
Hay que aprender a ver el hilo que conecta los acontecimientos que la conforman.
El proceso de individuación es la búsqueda de un sentido insertado en la vida misma. El inconciente trata de producir una situación imposible para obligar al individuo a sacar de sí lo mejor.
Dice Jung: “Cuando se sigue el curso de la vida interior de una persona, se tiene la impresión de que estamos en este mundo con el objeto de desarrollar y purificar la vida del alma, o expresado en términos psicológicos, con el fin de la individuación”.

Este texto es la transcripción efectuada por Leonora Calderón de una grabación realizada por su abuela Lola Hoffmann poco antes de morir.
Tomado –sin permiso- del libro “Mi abuela Lola Hoffmann" de Leonora Calderón. 1994. Editorial Cuatro Vientos, pág.193-194.





Autobiografía en Cinco Capítulos

I
Bajo por la calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Me caigo dentro,
Estoy perdida... impotente.
No es culpa mía.
Se tarda una eternidad en salir de allí.

II
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Hago como que no lo veo.
Vuelvo a caer dentro.
No puedo creer que esté en ese mismo lugar.
Pero no es culpa mía.
Todavía se tarda mucho tiempo en salir de allí.

III
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Veo que está allí.
Igual caigo en él... es un hábito.
Tengo los ojos abiertos.
Sé donde estoy.
Es culpa mía.
Salgo inmediatamente de allí.

IV
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Paso por el lado.

V
Bajo por otra calle.


Portia Nelson, citado en el “Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte” de Sogyal Rimpoché. Editorial Urbano, pág. 55.

ADICCIÓN

Para quines trabajan con aquellos que quieren y no pueden…

¿Cuál es la necesidad que arrastra a un individuo a vivir teniendo que entregarle su dignidad, su libertad a una sustancia?
¿Cuál es el efecto que el adicto necesita se produzca en su situación tan urgente como para posponer todo otro interés en su vida?
¿Cuál es la insuficiencia que somete al individuo a pagar tan alto precio?
¿Cuales son los atributos que presentan los individuos que consumiendo no hipotecan su vida?
¿Cuáles son las destrezas que procuramos desarrollar en las personas que declaran su interés por trascender su dependencia?
¿Qué es lo que podríamos aportar para que efectivamente el que necesita adquiera la posibilidad real para recuperar libertad?


En lo más esencial las personas adictas buscan escapar del sufrimiento, del dolor, de esa impotencia, de ese no saber que hacer, no saber como enfrentar el estado de desintegración que se encuentran experimentando… se encuentran con una respuesta que alivia, que transforma, fácil, pero de tan alto costo.

¿Cómo entregarle herramientas a un dependiente para que sea más autónomo, para que no tenga que recurrir a un producto externo para recién alcanzar una ilusión de dignidad?
¿Cómo enriquecer la vida de alguien que sufre por su miseria, por su incapacidad de producir algo mejor?

Tratando de encontrarnos con ellos irradiando esa posibilidad.
Para obtener algún grado de progreso cierto, para que el que sufre por depender experimente orgánicamente y pueda reflejar para si mismo y para nosotros una esperanza, tiene que haber ocurrido algo así en nosotros. Necesitamos que nuestra presencia irradie, más allá de nuestros dichos, consistencia, es decir, nosotros debemos irradiar, se debe notar que estamos trabajando seriamente para nuestro propio desarrollo y que ya ocurrió en nosotros ante nuestra propia situación, que lo podemos probar, así, para contagiar al otro.

¿Cómo realizar este propósito?


Es posible participar de procesos en donde constatar la posibilidad que existe en todos nosotros para desarrollar la cualidad del contacto que tenemos con ella, con nuestra vida, en concreto realizar una práctica conducida, con otros, para que cada uno y todos demos un paso hacia estar más presentes en la vida, recogiendo la mayor vitalidad de un grado de integración superior, del registro de un encuentro sentido, impregnado de más plenitud y en nuestra presencia.

Esa capacidad a desarrollar paulatinamente, nos posibilita para encontrarnos concientemente, de un modo distinto, en la situación, ahora mismo, sentir la presencia cierta de un grado de objetividad superior, puede ser solo un poquito pero lo suficiente para percibir el cambio de categoría.
Tener esta comprensión, pretender legítimamente estar en esa frecuencia, determina que la influencia que ustedes, la vida humana por ustedes conducida, la propia, se convierte en el instrumento que afina la vida del otro.

No serán tus dichos ciertamente los que generarán satisfacción en ese afán de
ayudar, serán también tus dichos.
Sentirte más apropiado o apropiada de tu momento, más presente en tu vida,terminará seduciendo, en un cierto tiempo, al que está trabajando contigo.
Deberás atreverte a estar presente en tu vida, confiado, confiada, en tal grado, que el otro termine también atreviéndose… de a poco, en tiempos humanos, no apurarse para la cosecha,
sembrar en nuestros pares no es cosa fácil, no siempre la tierra está preparada
y a veces hay que empezar por ahí, por preparar la tierra.
…Se va a tener que atrever a estar, a permanecer y no arrancar, porque te va a tener a ti y
también habrá más de él, podría lentamente ir adquiriendo la competencia necesaria para no zozobrar ante la vida y liberarse del empleo inevitable, conquistando de a poco su propio territorio y reemplazando el objeto de su adicción por él mismo.
Que valla de a poco logrando, ahora gracias a él, una respuesta, que se muestra a través de primores, sentir que gracias a los propios méritos la realidad se transforma… nuestro encuentro con ella, de a poco, va dejando de ser solo dramático y aparecen también momentos de claridad, donde la esperanza surge y brilla en las miradas.

Esto es lo que tenemos para compartir, otra entrada.

La capacidad para ofrecer cobertura a nuestra vida aún no alcanza, vamos detrás, intuimos necesidad, ignoramos nuestro potencial, caemos en el desequilibrio y buscamos afuera, somos adictos, dependientes.

Trabajar para actualizar el potencial, para integrarnos con la vida y paladear su riqueza, para sentir como es posible llegar a otra profundidad en el encuentro, con otra cobertura, para desarrollar la capacidad de responder efectivamente por ella y merecer la autonomía, la libertad.
Esas es nuestra tarea y este es el modo que hemos encontrado para emitir una respuesta de un nivel de integración suficiente para atender la demanda que se nos plantea.


Dr. Milton Flores Gatica
Médico Psiquiatra
Agosto 2007

atarceder en el cielo de águila sur


Desafíos para quien hace Servicio Público

Participar del Servicio Público, más allá de muestro oficio y cargo específico dentro de él, nos obliga a atender, también, la Vida de las personas con quienes nos toca encontrarnos como parte de nuestro trabajo, y hacerlo solo puede ser el resultado de Atender nuestra propia Vida en presencia de otros, en el marco de nuestro trabajo.
Cuando lo hacemos, cuando atendemos esa vida, se recupera para nosotros y para el otro, el usuario, el público, un sentido de dignidad, de propiedad sobre la propia vida.
Aún cuando pueda resultar prematuro o pretencioso, esta situación puede permitir dar un paso muy significativo en la relación entre el Estado y la Comunidad, entre el Servidor Público y quienes son servidos por él. Se dota a esta relación, estado - comunidad, servidor público – usuario, de la posibilidad de ser ella, la relación, la fuente de una categoría de respuesta necesaria, no siempre considerada pero siempre útil: ser visto, recibido, atendido, con una cualidad de Atención que reconozca la Vida de la persona más allá de su demanda específica.

Todos ustedes, con mayor o menos claridad, pueden reconocer en sus experiencias con el público, momentos en los que, aunque la respuesta fue negativa, quien vino a ustedes se fue satisfecho, conforme, nutrido, atendido en una categoría de demanda diferente a la específica que venía a plantear y que determinó un modo de resolver eso específico que a todos dejó satisfecho.

Por el contrario mucho se hace bien hecho y sin embargo parece que nunca es suficiente cuando no se atiende con intención esta dimensión, sutil, del encuentro entre personas. Y también de estas experiencias ustedes pueden encontrar en su propia vida laboral. Momentos con usuarios externos (el público, la comunidad), en dónde, pese a estar haciendo bien vuestro trabajo, no alcanzan ustedes una sensación de satisfacción, de significado o sentido. Momentos con usuarios internos (aquellos con quienes ustedes trabajan), donde siempre parece haber algo pendiente, a pesar del esfuerzo que se pone en responder a los requerimientos.

En todos estos momentos si miramos con más profundidad, desde una perspectiva suficiente para alcanzar a ver más de lo de siempre, de lo que ya sabemos, nos encontramos, en esas situaciones, con necesidades de este otro orden que no han sido consideradas, atendidas.
La práctica que desarrollamos nos permite tener acceso a ver, a reconocer, esta clase de necesidades en nosotros y en otros y este solo reconocimiento ya es un alivio, un paso adelante, lo de más es continuar practicando, profundizando alcanzando con nuestro ejercicio a más momentos de nuestra vida y de la vida de otros, sumando momentos de lucidez.

Paulina González
Psicóloga.
Julio 2007

DESARROLLO DE LA ORGANIZACION DE SALUD

Desarrollo Organizacional en Instituciones de Salud - Sobre la Organización para la Salud. Dr. Milton Flores Gatica *

Nuestras Organizaciones de Salud participaron, hace unas décadas, de una época de grandes éxitos y prestigio internacional y hoy en día se ven enfrentadas a una profunda crisis, que si bien se expresa en condiciones materiales y de acceso todavía en muchos casos muy deficientes, es manifestación de ese mismo éxito anterior, del haber alcanzado un punto crítico en donde es necesario transformarse, en donde surge la necesidad, natural, saludable, de pasar a una nueva situación, de responder a nuevos y cualitativamente diferentes desafíos. No puede concebirse un salto de esta crisis, una solución, una transformación de la situación, que se sostenga en realizar más de lo mismo, ni siquiera mejor de lo mismo, o en la inyección y mejor distribución de recursos materiales, sin duda todavía se requiere más de aquello, no obstante, al igual que en educación, la adecuación de nuestras organizaciones, de nuestros sistemas de salud y de educación, no solo de la salud y la educación pública, a las necesidades que hoy en día surgen como relevantes, pasa por una revisión, una recreación, una profundización de que hoy podemos entender por Salud, de lo que vamos a considerar como nuestra genuina posibilidad humana en materia de Salud y más aún, en materia de Desarrollo Humano.

Desafíos de una Organización de Salud hoy

En la actualidad pareciera que los propósitos, los objetivos de las organizaciones de salud adolecieran de frescura, de vitalidad, trabajamos con supuestos que parecen obvios y que son los que nos determinan, nos ubican en funciones y posiciones: médicos, auxiliares, jefes de servicios; distinciones necesarias para responder a una categoría de tareas, las consabidas, sin embargo insuficientes para responder a la necesidad de recrear la organización, de restituirle la vitalidad, la dignidad al Servicio, no para negar y descalificar lo que hoy se hace, sino para trascenderlo, para recontextualizarlo, para tornarlo más oportuno, para adecuarse a la realidad.

Una organización que fue gloriosa hace algunas décadas, exitosa, un ejemplo, donde se alcanzaron grandes logros: vacunación, control y erradicación de enfermedades; requiere de una actualización, se requiere de un Desarrollo, un proceso de cambio profundo y significativo que comience por cuestionar los paradigmas más esenciales, por replantearse cuál va a ser hoy su objetivo sobre la vida de las personas que a ella acceden.

Se explicita que salud es más que ausencia de enfermedad, todos de acuerdo, pero ¿que es lo que se está queriendo manifestar?, aún es impreciso, ¿cuales son nuestras metas hoy?, ¿Qué desafíos enfrentamos?
Precisamente en el trabajo de este Curso, en la búsqueda de desarrollos cualitativos en el encuentro con el público, en este interés por que los funcionarios de la Salud, trascendiendo las distinciones clásicas, jerárquicas, funcionales, legítimas, sean pares; para ofrecer en otro plano, más allá del cuerpo y de la enfermedad, un servicio que trascienda la patología y pretenda logros, resultados, en otro plano. Son pasos para avanzar hacia una nueva Organización en Salud. Implícitamente estamos asumiendo entrar en una organización donde se está demandando un compromiso superior o distinto, cualitativamente diferente, trascendente al oficio específico. Ya no estamos bastándonos con un médico que efectúe su trabajo de curar la enfermedad, con un funcionario de la salud que cumpla con sus tareas cotidianas, nos interesa que el cómo él hace también esté alineado con la Organización, con esta nueva Organización, pretendiéndose que el enfermo se impregne no de cualquier actitud frente a su dolencia, buscamos que él venga con su enfermedad a participar de su proceso de cura, con más protagonismo. Desde la Organización se busca, se necesita, recrear la relación del servidor y el servido, modificar cualitativamente la participación de cada uno y transformar la categoría del proceso. Cuando menos una perspectiva es aquella, donde el paciente da un paso hacia el protagonismo, se ofrece participando activamente, ofreciendo una respuesta más dinámica, se interesa por estar primero más presente en su vida, toma la iniciativa para ejecutar las indicaciones que el profesional o el técnico le entregue, abre un proceso de aprendizaje para desarrollar comprensiones sin pretender reemplazar al trabajador de la salud, sí complementándolo y donde el trabajador precisa su rol, se asume trascendente a su especificidad, como un modelo activo, como un “maestro” en la proporción que ha lugar, para vivir la vida. Integra esa responsabilidad, él también se mejora, se sacan de encima modos neuróticos, paternalistas, aprende a reconocer de qué si debe hacerse cargo y de que no, seres humanos unidos y distinguidos frente a una tarea, integrados.

La resistencia que brota frente a ese desafío es natural, pero el proceso ya se desencadenó y viene sí o sí, o se asume o se asume.
Es posible reconocer, hoy día, primores de lo que podría llegar a ser una organización más madura y lógica para nuestros tiempos. Si cada uno de nosotros pacientes y trabajadores reconocemos un rol más claro y preciso, si logramos más eficiencia, si colaboramos; sin lugar a dudas adquiriríamos una categoría de salud superior, el proceso sería saludable, no solo el cuerpo se beneficiaría, también esa sutileza presente en cada uno de nosotros y que reclama por integrarse, por ser incluida, por ser atendida. Incluso en términos de energía, los presupuestos siempre son insuficientes, hay un vacío que no se llena con más recursos materiales. Todos los recursos sutiles presentes en las personas que trabajan en Salud, surgen como un gran capital, hasta la hora poco atendido, ignorado; que cuando se encuentra la forma para cultivarlo, para incluirlo, siempre se experimenta alivio, una sensación de justicia, de enriquecimiento. Cuando un paciente maduro, responsable, surge como contraparte todos habremos notado la eficiencia, la magia que brota, como se alivia nuestra tarea y se mejoran los resultados, cuando nos hemos puesto algunos de estos días al servicio de esta otra meta función, la de alentar la vida del paciente, seguramente hemos visto también transformada nuestra posibilidad de hacer nuestro trabajo, de vivir nuestro trabajo sin comprometer nuestra vida, por el contrario, hacer de nuestro trabajo de Servicio en Salud una oportunidad para el desarrollo de nuestra propia salud, de nuestra propia vida, en continuidad con la salud y la vida de nuestros pacientes y usuarios en general.

Por tanto, nuestra organización debe pretender su evolución, pasar a un estado dotado de mayor claridad y simpleza que, ojalá, se sustente en una comprensión superior de los seres humanos que somos, sutilezas habitando un cuerpo con un intelecto brillante necesitando de programas más actualizados que generen lenguajes integrados y que faciliten el mejor aprovechamiento de los recursos…
Por ahora, que a través de estas prácticas se despierte la inquietud de que en nuestras vidas existen posibilidades no consideradas, para las cuales no ha existido un cultivo sistemático, que se constate la capacidad para establecer categorías más profundas para el encuentro. Nuestra actual Organización, si es la Vida el material que atiende y sobre la cuál se tiene un afán como el del equilibrio, el desarrollo, lo saludable, deberá, necesariamente, iniciar una transformación, un estudio para recrearse, para adecuarse a la realidad y no mantenerse enajenada, automática, mecánica.
Es fundamental que la organización acoja con más lucidez, delicadeza y sensualidad la Vida Humana.


Águila Sur, Junio de 2007
* Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).

BUEN TRATO, Desafíos para el que ofrece el Servicio

El buen trato, calidad de atención, se refiere a algo que nosotros podríamos hacer o deberíamos ser capaces de ofrecer, dando por descontado que la acción específica de salud, examinar, inyectar, operar, vacunar, otros, está correctamente efectuada; llegamos al cómo podríamos nosotros ofrecer algo que marcase una diferencia y que fuere también una contribución, que formara parte de nuestra responsabilidad y que no fuese un adorno o alguna postura que pretendiese obtener o alcanzar algún objetivo menos sublime que la salud del paciente.


Calidad de atención, mejorar el trato al público, pasa por tener una comprensión superior de la situación del paciente y de su necesidad, por tener una comprensión más profunda y clara de lo que acontece cuando alguien nos pide ayuda en Salud, de cuál es la responsabilidad que se activa para nosotros y también para el paciente.

El paciente trae su enfermedad, acompañada de una actitud que no siempre es favorable para su recuperación, sin embargo, su perturbación, su dolor, su enfermedad, es una manifestación de que, en ese momento cuando menos, él no ha sido capaz de mantener el equilibrio por si solo, se encuentra pasando por una zozobra, y en esa situación no siempre es capaz de ser adecuado, está enfermo dos veces.

Es necesario aprovechar la oportunidad que se abre para encontrarnos con los usuarios, para ejercer una cierta influencia sobre lo que a Encuentro se refiere, a Atención de Calidad, para proponer, como en otras materias, algo que ciertamente parezca más útil, sea una contribución para la mejor Salud.
Y claramente, el contacto que cotidianamente utilizamos para recibir el momento, para situarnos en el presente y estar, y responder con oportunidad, puede ser cultivado, es posible pasar de una presencia de cierto grado de integración, donde uno puede registrar y saber de lo que pasa hasta un cierto límite, a otra, donde sea posible garantizar el encuentro con algún grado de objetividad, con información más esencial, alcanzar mayor certeza, experimentar más vitalidad, más certeza, más propiedad.
Esta cualidad aplicada en la atención a público, pedirnos estar más presentes para recibir a los pacientes con cierta mayor precisión, le otorga calidad a la relación en términos funcionales, no valóricos, y también valóricos.

Si la intención, para la atención prestada a un paciente, trasciende la tarea, y busca no más intimidad, sino más integralidad, también más intimidad, si el encuentro es capaz de recibir más de lo de siempre, permite, abre posibilidades para trabajar en dimensiones más sutiles del contacto.
En Salud probablemente, y a propósito de la falta de herramientas para administrar concientemente mayores grados, más intensidades de vida, y a la presencia en salud de un nivel de actividad intenso, en permanente contacto con mucho sufrimiento, los trabajadores en Salud buscamos formas automáticas para protegernos de la situación, y regulamos, optamos por tomar cierta distancia y vamos limitando la cobertura, obturando nuestra conciencia como forma de protección. Optamos por saber menos de todo lo que pasa y más de algo de lo que pasa.
Esta opción automática, inconsciente, pero también útil, necesaria, práctica, cuando no tenemos, cuando no sabemos cómo hacerlo de otra manera, cuando hacerlo como seguramente estaríamos dispuestos a hacerlo, con mayor profundidad e interés, con más compromiso, con más atención, pero sin las competencias y la comprensión que pueden darle contexto y sentido funcional a estas intenciones, nos causa daño, nos compromete a nosotros y a los otros que conviven con nosotros, en el trabajo y fuera de él.
Atender con Calidad no es cuestión de Buena Voluntad o Simpatía, de querer ser “Buena Persona”. Atender con Calidad, tener hacia los usuarios, y no solo los pacientes son usuarios, Buen Trato es, en Salud, es expresión de una compresión superior, más acabada, acerca de la Función de Servicio y de la Función de Servicio en Salud, es expresión de estar disponible, interesado, activo en el proceso de avanzar, progresivamente, hacia grados superiores de contacto con la Vida, la propia y la de otros, la de los pacientes, los compañeros de trabajo, los amigos, la familia. Esta categoría de contacto en el que a veces nos hemos embarcado sin saber como y hemos conocido los frutos y las satisfacciones de un encuentro impregnado de interés por nuestra situación y la del otro al mismo tiempo, podemos activarlo, actualizarlo, llamarlo cada vez con más frecuencia y facilidad, con más profesionalismo, con más oficio, si nos interesamos y disponemos seriamente a practicar. Ya no se trata de una simpatía por algunos y por otros no, de una capacidad empática que solo algunos poseerían, o de una deferencia genuina pero desprovista de profundidad. Se trata de una destreza, una competencia instrumental, funcional, que puede ser adquirida, desarrollada, fortalecida, también comprendida, explicitada y compartida.

Buen Trato, Atención de Calidad, necesitamos todos, no obstante es a los funcionarios de la salud a quienes se les pide, y no pocas veces se les reprocha su mal – trato, la mala calidad de su atención, a pesar de los esfuerzos que realizan para dar abasto en condiciones adversas, para procurarse a quienes los solicitan más allá de cualquier cosa y muchas veces a pesar de si mismos y a veces también de sus familias. Ni el que sirve ni el servido, ni el funcionario ni el usuario, experimentan satisfacción en ese encuentro, por el contrario, el vínculo que hoy día es posible establecer entre quienes participan del Servicio en Salud, entre el que atiende y el que es atendido, al igual que en Educación, entre el que Educa y el que es Educado, se desarrolla desde una cierta altura, desde una cualidad, asumiendo ciertos principios que confunden, que obstaculizan, el desarrollo de la profundidad, de la trascendencia en el encuentro, de la utilidad del encuentros para los propósitos que el Servicio en Salud busca alcanzar.
Si la vida de una persona no es atendida, y solo puede otra vida atenderla, no alcanza a sentirse acompañada, mirada, realmente atendida, bien tratada, no alcanza a nutrirse en el encuentro. Si no atendemos con esa categoría de calidad, aquella que realmente alimenta y se constituye en un genuino factor coadyudante de la sanación, de la mejoría, del alivio, del tratamiento, también nosotros vamos siendo objeto de un mal trato de una de falta de atención, experimentamos, respecto de nosotros mismos, la misma carencia, la misma insatisfacción, y también buscamos a otro a quien hacer responsable de este mal-trato. La diferencia que cabe entre nosotros y los usuarios, es que a nosotros nos toca atender estas materias como parte de nuestro oficio, de nuestra Función de Servicio, a nosotros nos cabe desarrollar competencias para hacer del encuentro con los usuarios, con los pacientes una clase de respuesta esencial en Salud, trascendente al tratamiento o acción específica que con cada quien haya que realizar.
Si las personas que trabajan en Salud desarrollan el nivel de contacto que tienen con la Vida, con su Vida, activan en otros, usuarios o no, esa misma cualidad, esa misma dimensión, y el encuentro posible es de otra categoría.
Quien practica esta posibilidad de contacto con la Vida, esta categoría de Encuentro, no solo lo hace cuando trabaja, es una disposición tan esencial, tan básica, que no podría distinguir un cuando o un donde, no obstante no siempre nos acordamos, pero cuando nos acordamos y estamos disponibles para ir a ese contacto, para buscar las señales objetivas que facilitan y confirman ese contacto, sencillas, directas, como las que ustedes están reconociendo, practicando, la respiración, la planta de los pies, el sabor de la boca, las sensación del cuerpo, de las partes del cuerpo, ahora mismo si usted cierra los ojos y busaca la sensación de su respiración…está “trabajando” y este trabajo nutre, nos nutre y nutre a quienes son atendidos por nosotros.

Dr. Milton Flores Gatica *
Águila Sur, Junio 2007
* Dr. Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).

BUEN TRATO, Las Necesidades del "usuario" en Salud

Acerca de las necesidades del usuario de servicios en Salud y de cómo estas necesidades determinan la naturaleza, la categoría, la cualidad de la Atención, de la relación que con ellos es necesario establecer y desarrollar. Dr. Milton Flores Gatica *


Atención, prestar atención, interesarse por el otro, estar disponible para atender.
Calidad de la Atención, ya no cualquier Atención, en Salud, aquella que funcionalmente contribuye a responder a la demanda que hace el Usuario, aquel que decide pedir nuestra participación para resolver su necesidad: se siente enfermo, presenta algún grado de desequilibrio, no ha podido por si solo.
El paciente explicita sus síntomas a través del cuerpo, explica lo que para él es posible, habla de sus síntomas y muestra su cuerpo con los signos de la enfermedad; pide que nos hagamos cargo de la situación, que él no comprende plenamente.
De modo implícito también el Usuario plantea una necesidad en su demanda, vinculada al impacto que esta perturbación, esta enfermedad, presenta en el resto de su situación, todo aquello que no es el cuerpo, y también sufre por ello, incluso en la familia todos aquellos que no estando enfermos, también se enferman.
El impacto que en la dolencia, en su evolución, tiene esta dimensión, la actitud del paciente, el impacto que tiene en la vida del paciente su actitud, el cómo hace su vida, el cómo la comprende y se mueve en ella.
Cuando nosotros nos encontramos en la posición de recibir a una persona que acude dolida, enferma, con una actitud frente a su dolencia, se abre la oportunidad para que nuestra actitud, la forma como nos pidamos atender a la persona enferma, y a su familia, se convierta en instrumento terapéutico.
Todos los que trabajamos en salud, sabemos del impacto que tiene en el paciente recibir una atención íntegra o no recibirla. Aquel paciente que suscita simpatías y que recibe cuidados especiales que se ubican más allá de los cuidados tradicionalmente propios para lo que es su enfermedad. Todos habremos tenido la experiencia, incluso en aquellas oportunidades donde la dolencia física se impone y el caso es irrecuperable, algo que no es del cuerpo, en el paciente o en su familia, se sana.

Avanzar en la compresión del impacto que la enfermedad provoca en la vida toda, debería permitir desarrollar comprensión para mejor atender la tarea. Integrar operativamente esta información al momento de estar con el enfermo, podría orientarnos para atender con cierta intención, ya no a modo de cualidades personales, sino como un gesto incluido en el rol de trabajador en salud, una inquietud por recibir a la persona, su presencia, de un modo que, nos atrevemos a sostener, no es aquel que estamos habitualmente en condiciones de ofrecer. Son algunos días, en ciertas ocasiones cuando nos sentimos especialmente armoniosos, con capacidad para estar agradecidos, o cuando estamos descansados con sensación de bienestar, son esos días o momentos en que logramos participar de una oferta de esa categoría para recibir a nuestros pacientes.
Es cierto que en función de las condiciones existentes, lo que hoy los trabajadores de la salud ofrecen es, probablemente, más de lo esperable, ofrecen un coraje. Sin embargo, estamos pretendiendo referirnos a una cualidad en la atención, en la capacidad para estar presentes en un momento, que facilita la presencia efectiva de una persona en su vida, y de la cual no se puede continuar prescindiendo, si pretendemos desarrollar la calidad de la atención a nuestro público.

En este esfuerzo se pretende habilitar a personas que desempeñan funciones en salud, para que se encuentren con sus pacientes con una propuesta de relación, de contacto, superior en calidad. Que las personas se conviertan en instrumentos para irradiar una actitud que facilite, que promueva la Salud, que promueva la Vida, la de los pacientes y también la de ustedes. A este le llamamos Atención con Calidad, Buen Trato.


Águila Sur, Junio de 2007

* Dr. Milton Flores Gatica, Médico Psiquiatra. Fue Médico General de Zona y Director del Hospital de Purranque (1979-1983), Director del Centro de Salud Mental Familiar de La Reina (1987-1994). Fundador y Director Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad (1995 – a la fecha).