Participar del Servicio Público, más allá de muestro oficio y cargo específico dentro de él, nos obliga a atender, también, la Vida de las personas con quienes nos toca encontrarnos como parte de nuestro trabajo, y hacerlo solo puede ser el resultado de Atender nuestra propia Vida en presencia de otros, en el marco de nuestro trabajo.
Cuando lo hacemos, cuando atendemos esa vida, se recupera para nosotros y para el otro, el usuario, el público, un sentido de dignidad, de propiedad sobre la propia vida.
Cuando lo hacemos, cuando atendemos esa vida, se recupera para nosotros y para el otro, el usuario, el público, un sentido de dignidad, de propiedad sobre la propia vida.
Aún cuando pueda resultar prematuro o pretencioso, esta situación puede permitir dar un paso muy significativo en la relación entre el Estado y la Comunidad, entre el Servidor Público y quienes son servidos por él. Se dota a esta relación, estado - comunidad, servidor público – usuario, de la posibilidad de ser ella, la relación, la fuente de una categoría de respuesta necesaria, no siempre considerada pero siempre útil: ser visto, recibido, atendido, con una cualidad de Atención que reconozca la Vida de la persona más allá de su demanda específica.
Todos ustedes, con mayor o menos claridad, pueden reconocer en sus experiencias con el público, momentos en los que, aunque la respuesta fue negativa, quien vino a ustedes se fue satisfecho, conforme, nutrido, atendido en una categoría de demanda diferente a la específica que venía a plantear y que determinó un modo de resolver eso específico que a todos dejó satisfecho.
Por el contrario mucho se hace bien hecho y sin embargo parece que nunca es suficiente cuando no se atiende con intención esta dimensión, sutil, del encuentro entre personas. Y también de estas experiencias ustedes pueden encontrar en su propia vida laboral. Momentos con usuarios externos (el público, la comunidad), en dónde, pese a estar haciendo bien vuestro trabajo, no alcanzan ustedes una sensación de satisfacción, de significado o sentido. Momentos con usuarios internos (aquellos con quienes ustedes trabajan), donde siempre parece haber algo pendiente, a pesar del esfuerzo que se pone en responder a los requerimientos.
En todos estos momentos si miramos con más profundidad, desde una perspectiva suficiente para alcanzar a ver más de lo de siempre, de lo que ya sabemos, nos encontramos, en esas situaciones, con necesidades de este otro orden que no han sido consideradas, atendidas.
La práctica que desarrollamos nos permite tener acceso a ver, a reconocer, esta clase de necesidades en nosotros y en otros y este solo reconocimiento ya es un alivio, un paso adelante, lo de más es continuar practicando, profundizando alcanzando con nuestro ejercicio a más momentos de nuestra vida y de la vida de otros, sumando momentos de lucidez.
Paulina González
Todos ustedes, con mayor o menos claridad, pueden reconocer en sus experiencias con el público, momentos en los que, aunque la respuesta fue negativa, quien vino a ustedes se fue satisfecho, conforme, nutrido, atendido en una categoría de demanda diferente a la específica que venía a plantear y que determinó un modo de resolver eso específico que a todos dejó satisfecho.
Por el contrario mucho se hace bien hecho y sin embargo parece que nunca es suficiente cuando no se atiende con intención esta dimensión, sutil, del encuentro entre personas. Y también de estas experiencias ustedes pueden encontrar en su propia vida laboral. Momentos con usuarios externos (el público, la comunidad), en dónde, pese a estar haciendo bien vuestro trabajo, no alcanzan ustedes una sensación de satisfacción, de significado o sentido. Momentos con usuarios internos (aquellos con quienes ustedes trabajan), donde siempre parece haber algo pendiente, a pesar del esfuerzo que se pone en responder a los requerimientos.
En todos estos momentos si miramos con más profundidad, desde una perspectiva suficiente para alcanzar a ver más de lo de siempre, de lo que ya sabemos, nos encontramos, en esas situaciones, con necesidades de este otro orden que no han sido consideradas, atendidas.
La práctica que desarrollamos nos permite tener acceso a ver, a reconocer, esta clase de necesidades en nosotros y en otros y este solo reconocimiento ya es un alivio, un paso adelante, lo de más es continuar practicando, profundizando alcanzando con nuestro ejercicio a más momentos de nuestra vida y de la vida de otros, sumando momentos de lucidez.
Paulina González
Psicóloga.
Julio 2007
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