Dar


Un Movimiento Inteligente
que produce Bien-estar

Desde que somos pequeños nos hemos acostumbrado a oír que es bueno ser generoso, que es una virtud el cultivar la posibilidad de dar a otros, venciendo la resistencia que se produce, a veces, en forma natural en nuestro interior. “Dar hasta que duela”, es la invitación del Padre Hurtado, una frase que nos hace meditar en el sentido más profundo que puede llegar a tener esta manifestación humana.


¿ Es posible vivir el acto generoso en toda su amplitud sin que necesariamente signifique solo dolor sino también alegría, satisfacción ?



Más de alguna, vez hemos entrado en consideraciones acerca de cuanto debo dar, procurando que en la entrega se produzca un justo equilibrio entre aquello que doy y que recibo. El raciocinio habitual es pensar en que si lo dado en superior en calidad y cantidad a alo recibido, puedo sentirme “estafado” y que, si supero este sentimiento, este dolor, estoy en camino de la virtud…

Cuando estoy en medio de este análisis, no alcanzo a darme cuenta que desde ahí en adelante estoy comenzando a perderme el sentido más valioso que puede significar el acto de Dar.

Si nos aproximamos a este mismo momento con otra intención, con una mirada más profunda, será posible reconocer, que en este darle al otro nos brindamos la oportunidad de experimentar un estado de satisfacción que compromete la condición orgánica. La fisiología de este individuo generoso siente el impacto de una acción que verdaderamente contribuye a su bienestar.


Al Dar nos ofrecemos la oportunidad de experimentar una satisfacción
profunda y genuina, que contribuye al bienestar nuestro y del otro.


Así comprendido, el movimiento de Dar es más que dar o recibir, es las dos cosas al mismo tiempo. Se da y se recibe cuando se Da. Es un acto inteligente para la vida, es más que un acto bueno, es útil, y por eso es bueno, y por eso es necesario.

Cuando es “bueno” y nada más es tan solo la mente la que se motiva. Cuando es la vida la que se interesa nace una necesidad vital que surge de una comprensión esencial: la vida sabe que ella se beneficia cuando da. Se despierta un interés por afinar este “recurso”, por situarlo adecuadamente, por desarrollarlo sin vulgarizarlo.

Y en este esfuerzo surge con sorpresa que nuestro servicio hacia el prójimo es un servicio, también para nosotros, y por que le hace bien a la vida nuestra, realmente también beneficia la vida del otro.

Es preciso reconocer en este plano que no podemos dar o darnos así, solo con desearlo o pensarlo.


El acto conciente y voluntario de entregarnos para otro, solo es posible
y con lleva la gracia del afectar a ese otro cuando primero estamos conscientes de nosotros mismos.




La entrega sin esta parte esencial nuestra, se traduce en una ofrenda vacía, sin resonancia. Estar en mi, presente en lo que doy, cuando lo doy, es lo que permite la transformación de un acto vacío en un acto vital.

El Dar, entendido como una manifestación del espíritu generoso del hombre hacia su prójimo se convierte en una forma valiosa de gozo para quien da y para quien recibe. Descubro en ese proceso la capacidad que habita en mí, de producir gozo en el otro y ese otro también se beneficiará al sentir que su sensación es una fuente de satisfacción para mí. Todas estas impresiones, registradas en nuestra vida nos irán dando la certeza de cuán útil puede llegar a ser Dar, conscientes de lo que ocurre cuando lo hacemos.

M.FloresG.

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