El Camino de la Transformación

"El hombre que, estando realmente en el camino, pierde su dinero y posesiones, no recurrirá, como consecuencia, a aquel amigo que le ofrece refugio y confort y que alienta a su antiguo ser a sobrevivir. Por el contrario, buscará a alguien que de buena fe e inexorablemente, le ayude a correr el riesgo, de tal manera que el pueda resistir el sufrimiento y pasar a través de él con coraje, transformando, entonces, al “coraje”, en el salvavidas que lo lleva a la orilla lejana.

Sólo en la medida que el hombre se exponga una y otra vez a la aniquilación del ego, puede surgir dentro suyo aquello que es indestructible. En esto reside la dignidad de atreverse.

Por lo tanto... el propósito de la práctica no es desarrollar una actitud que le permite al hombre adquirir un estado de armonía y paz donde nada pueda perturbarlo, por lo contrario, la práctica debería enseñarle a permitirse a si mismo, ser asaltado, perturbado, movido, insultado, quebrado y criticado, es decir, debería dejar ir esa añoranza inútil después de la armonía, dejar la pena y la vida confortable para poder descubrir, peleando con las fuerzas que se le oponen, aquello que lo espera, más allá del mundo de los opuestos. Primeramente debería tener el coraje de enfrentar la vida y de encontrarse con aquellas cosas más peligrosas en el mundo.

Cuando esto es posible, la meditación en si misma, se convierte en el medio por lo cual aceptamos y damos la bienvenida a los demonios que surgen del inconsciente, un proceso muy diferente del de la práctica de concentración en un objeto como forma de protección contra esas fuerzas.

Sólo si nos aventuramos repetidamente a través de zonas de aniquilación, puede ser fijo y estable, nuestro contacto con el ser divino que está más allá de la aniquilación del ego.

Cuanto mas completa y totalmente aprenda un hombre a enfrentarse con el mundo que lo amenaza, con el aislamiento, más le serán reveladas las profundidades del ser y la apertura a las posibilidades de una nueva vida.

La meditación…. es el método que te ayudará a ir a través del caos, a través de la noche oscura del alma, equilibrado, disciplinado… alerta."

K. G. Durkheim

Al hacer conciencia de mi ausencia...


Cada vez que nos interesamos en saber más de nuestras vidas
y decidimos poner luz en nuestra existencia,
nos arriesgamos a encontrarnos con la situación tal y como está,
es inevitable, necesario.

Hacer conciencia de mi ausencia,
y aceptar que en esa ausencia de mí en mi vida
se instalaran en mi territorio actividades de un categoría que no contribuye
y que cuando toca atendernos nos tenemos que dar el trabajo de soportar,
para pagar el precio,
para enfrentar aquello de lo que nos hemos estado escabullendo.

Un cierto tipo de energía,
que puede ser leída de distintas modos,
pero que en lo esencial nos mantiene recluidos en nuestro ego.

Ponemos luz y el impacto es variable,
el sólo hecho de más ya es perturbador,
atemoriza.
Constatar la pequeñez y la pretensión,
tomar cuenta de que estamos en manos de Dios,
que somos parte de un todo que nos puede, así como es, sostener,
como podría dejar de hacerlo.

Comprendemos que estamos en Dios y que no podría ser de otra forma.
Brota el respeto por una fuerza superior de la que también formamos parte,
pero que exige sintonía,
dejarnos atravesar por ella.

Cuando algo así logra pasar,
ese espacio que se conquista debe seguir siendo ocupado por cada cual.
Volver a dejarnos solos,
ahora ya concientes,
es doloroso

Si la inconciencia de nuestra ausencia era un atenuante,
cuando decidimos avanzar, trabajar para estar más concientes
nos obligamos a ofrecernos, a mantener una disciplina,
para garantizar el cuidado de ese territorio que se limpió,
que quedó delicado.
Acabamos de sacar la maleza,
allí se había desarrollado maleza
y si nos vamos,
la maleza que allí crecerá puede ser otra peor.
Esa sensación delicada que se siente
es un llamado para cubrir, para cultivar ese territorio con flores,
para mejor, para cuidar, para iluminar
y facilitar que florezca,
allí donde había oscuridad
colores.

Entonces, para los intrépidos que han dado pasos,
necesitamos trabajar,
juntarnos para ser capaces,
sentir la conexión y pedirnos la acción necesaria,
bailar,
orar,
escribir,
mirar,
amación,
delicación,

recibir la impresión de otros en ese vacío, en ese espacio
de niños,
de ambientes naturales,
de otros que puedan cuidarnos hasta que se adquiera la firmeza,
cantar para estar presentes.

Siempre es un regalo poder limpiar y curarnos de nuestra ignorancia,
de nuestra insuficiencia,
y poder alcanzar otra presencia,
que trascienda la cobertura anterior
para así poder estar en más plenitud
y avanzar hacia el todo y sentirnos más cerca de Dios...

También, así mismo,
surge la obligación de adquirir el rigor de convertirnos en guerreros,
en miembros de una legión que trabaje por la alegría.

Si nos ha tocado la tarea de jugar un rol para servir
para ofrecer un esfuerzo superior en el cultivo de nuestras vidas,
pongámonos contentos, más allá de nuestras miserias,
dolorosas por cierto.

La duda, que surge fácil mientras no hay acción,
nos acosa,
es justo el momento para poner en práctica la fe,
ir hacia adelante convencidos de que es posible.

Para los que en este mismo momento
estamos tratando de participar de un otro esfuerzo,
estamos juntos no lo olviden
nos necesitamos todos
Adelante,
la vida nos sigue esperando,
vamos nosotros a tu reino


Estas consideraciones adquieren sentido para aquel que ha practicado y se ha arriesgado, para el que no, no significan nada.

Águila Sur, Octubre de 2008

Acerca de practicar el Amar a través del Sexo





Sobre Sexualidad
Como otro tipo de momento
con los que cabe relacionarse
cuando vamos viviendo el espacio de lo que sucede,
Aquello que se enciende,
que vibra,
que genera un impacto hacia el intelecto,
hacia el mundo emocional
y un desafío para la conciencia

Nuestro cuerpo es recorrido por una excitación
que brota desde todos lados en el clímax,
y que sale desde todo junto hacia a fuera,
con placer

Dependiendo,
de la capacidad que exista en esa alma
para trascender la cobertura de este acto,
será diferente

Si el ego,
es decir,
cuando el alma no logra trascender esa dimensión virtual de la experiencia
desde donde no se logra acceso para participar en el plano donde ese cuerpo está de fiesta,
la cobertura se limita,
casi exclusivamente,
a incluir las manifestaciones de esa explosión de energía en el intelecto

A medida que el clímax se precipita
el tipo de pensamiento y/o de imágenes que se suscitan
están también afectados por la amenaza
para el ego
de que la Conciencia logre integrar información presente más acá del ego

Se produce durante el orgasmo
un encuentro con el todo superior al cotidiano,
que nos atraviesa y nos puede limpiar
Gurdjieff señala que el sexo es una oportunidad para deshacernos del exceso de asociaciones mentales


Si de inicio,
si de antes
si ya en el encuentro de los amantes
es posible reconocer una presencia,
un grado de plenitud superior integrado en sus conciencias,
la entrada también ofrece más oportunidades:
recibir con más madurez el momento,
comprender mejor la oportunidad.
La potencia que se desata es momento para procurar
una integración conciente
con una porción del todo
que tan solo en esa potencia se abrirá

Meditar,
permanecer concientes,
sin restar,
no para no perderse,
no para no morirse,
y entregarse
y darse la licencia,
para contemplar a veces el apocalipsis del intelecto,
la inminente trascendencia lo obliga a recurrir a todo
para mantenernos secuestrados en sus límites.

Surgen a veces tipos de pensamientos,
culpas, imágenes,
que buscan seducirnos para mantenernos interesados en ese espacio de actividad.

No los tomemos muy en serio
no somos nosotros pensando,
no son indicadores de lo más esencial de lo nuestro;
son reflejos del dinamismo que le ofrecemos a nuestra responsabilidad.
Material intelectual que podrá ser de contenido diverso

Para experimentar la vibración del cuerpo durante y después,
la posible pérdida del límite
sintonizar con una vibración diferente a la nuestra sin perder la continuidad, sentirse vibrando con el todo

Paladear la compañía
cuando existe disposición para estar presentes y juntos
compartir en conciencia dos almas unidas
que se distinguen sin perder la unidad,
suscita emocionalmente una actividad de una pureza que sana.
Pasar de masturbarse en conjunto a practicar el amar…
esa experiencia de estar con una mujer,
esa experiencia de estar con un hombre,
y obligarnos a soltar el vínculo para afirmarnos de él
para pasar si es necesario
y no temer a morirse

La energía que se involucra obliga a que siempre se trate con responsabilidad
de una farra a un aprendizaje
Gozar para el desarrollo de la conciencia

La presencia espiritual
para referirnos a aquella cualidad de nuestro funcionar
que significa impregnarnos de una apertura,
de una visión
siempre difícil de contar
de compartir a través de las palabras,
esa presencia que se paladea cuando estamos más acá de nuestro ego.

Espiritual durante el encuentro sexual posibilita consagrar el sexo,
contemplar la vida,
el encuentro de dos seres humanos integrándose de alma y cuerpo,
la materia se funde,
los límites se pierden
se confía
se atreven juntos a fusionarse,
a experimentar la recuperación a través del complemento del X o del Y,
acercarse al todo
todo aquello que en presencia del complemento sea posible aproximarse.

Los griegos, al parecer, recibían sin culpas el gozar,
lo aceptaban,
no lo prohibían
y con esa misma propiedad señalaban también
que ojalá siempre lo menos posible,
lo justo
que será distinto para cada cuál.
También dependerá de la edad,
de la luna,
de la estación del año
como siempre,
ojalá siempre,
al servicio de las necesidades del alma,
del proyecto sutil


Águila Sur
Septiembre de 2008

LIDERAZGO Y SUPERVISIÓN




Sobre la necesidad de Desarrollar Meta-Funciones, que permitan la Conducción de los miembros de un sistema hacia la eficiencia.



En julio del 2007 se escribió este artículo, para servir de apoyo en el proceso de capacitación “Experiencias Prácticas para el Desarrollo de Competencias Básicas de Liderazgo y Supervisión”, destinado a supervisores y líderes de la CMPC, por tanto no pretende ser un texto acabado en las materias abordadas, sino servir como estímulo para abrir el contacto con niveles superiores de Presencia y desarrollar comprensiones impregnadas de elementos vivos y trascendentes.


Los equipos de trabajo -los grupos humanos organizados para responder a una tarea- que se organizan para desarrollar trabajo en conjunto, distinguen funciones de categorías distintas y complementarias, aquellas donde la destreza se aplica para hacer funcionar algún mecanismo y aquella donde la destreza requerida debe ser suficiente como para contribuir efectivamente al funcionamiento de las personas: conducirlos, modularlos.
La presencia de esa persona en el sistema, va a ser una influencia, va a ejercer una propuesta sobre el cómo el grupo hace sus cosas, el cómo se mueve: Liderazgo. Se le entrega la oportunidad para poder influenciar legítimamente sobre la vida de ese grupo de personas con quienes comparte tiempo de su vida Laborando, intercambiando energía. Deberá por tanto, ejercer una visión superior, impregnada de algún ingrediente de cierta categoría para ofrecer coherencia al ejercicio de semejante responsabilidad: Supervisión.
El contacto que se logre con la realidad, a través de este ser humano que asume tal responsabilidad, debería facilitar el contacto entre cada uno de los miembros del equipo que él supervisa. Administrar la realidad, ofrecerse una lectura de cada momento, con sabor a certeza, comprender la situación y emitir una respuesta, la oportuna, y trabajar para ir mejorando.

La intención sería entonces habilitar a las personas, que desempeñen funciones para la modulación de los grupos humanos, del grupo de personas que conviven laboralmente. Para prosperar en el ejercicio del liderazgo que se espera ejerzan; son modelos a seguir, deberían serlo; y en el desarrollo de la visión funcionalmente superior que ofrecen como una competencia del Equipo.
A través del empleo de técnicas, se busca el reconocimiento de que es posible acceder a una presencia con más plenitud, que resulta posible despertar efectivamente, saltar de estar pensando en la vida, a sentirla propiamente; trascender de manera operativa la subjetividad, e impregnar la lectura del momento de atributos objetivos, información trascendente para el espacio común del grupo, se trata de estar más disponible, de ser capaz de anticiparse al momento, comprometerse con la creación del momento, para responder con frescura; ser un aporte: Súper Visión, Súper Presencia.
Esta distinción funcional, que el responsable debe asumir con propiedad, lo obliga a comprometer, a comprender y a desarrollarse por siempre, es un responsable, es alguien que da cuenta a quien se le exige y de quien se espera disciplina para vivir, ojalá no para portarse bien, sino para estar verdaderamente en ella.
Usamos la contribución que ofrece el cuerpo en estas prácticas para sostener la cualidad de un contacto más sutil e integrado, más vital, más dinámico, que facilite y le otorgue propiedad a la función de conducir, de modular equipos, de administrar la realidad con eficiencia.

EQUIPO DE TRABAJO

Equipo de Trabajo

Entendemos que un Equipo está formado por partes que se organizan o disponen de una cierta manera: en dos planos o categorías diferentes. Entre las partes de una y otra categoría se establece una relación de complementariedad, que ambas reconocen como de utilidad.

A aquella categoría de mayor profundidad y amplitud le corresponde la función de Conducir, de guiar el sistema total, en tanto ha desarrollado capacidad para hacerse cargo de los aportes de las otras partes, para recibirlos y situarlos en relación al todo y a la situación del todo en el medio.

Quien Conduce tiene la responsabilidad de catalizar la posibilidad de integración del sistema, catalizarla a partir del aporte de cada parte, por tanto es necesario que cada una de ellas se haga cargo responsablemente de su aporte para ofrecerlo al todo: cada parte debe ofrecerse para ser regulada en el encuentro.

Un Equipo dispone de información respecto a diferentes dimensiones de sí: de lo que hace y también cómo lo hace. Cuando esto es así, cuando atiende a su como, le es posible tomar distancia de su tarea, mirarla, evaluarla, ya no solo en el resultado sino también en el proceso, puede regularlo, administrarlo.
La función de Conducción dice directa relación con la posibilidad de acceder a este tipo de información ya que, en el mismo acto de interesares por las maneras empleadas, no solo se accede a más información del sistema, sino que, hacerlo exige, hace posible, que la función de conducción se desplace a ocupar un lugar desde el cuál tiene la perspectiva del sistema.

Para que exista conducción, entendida como la posibilidad de integrar el aporte de las partes en una cierta dirección, se requiere que cada parte, de una y otra categoría, se interese, en el marco de su propio situación, por recibir y atender a su “cómo hace lo que hace”, y al impacto que el hacer de otros tiene sobre sí.

Transformar un grupo en Equipo implica implementar y experimentar un sistema de retroalimentación, cualitativa y cuantitativamente adecuado, un sistema sensible a las diferentes clases de información, y un sistema de conducción que le permita administrar e integrar la información dispersa.

Si un sistema puede reconocer lo que sabe y lo que no sabe, si puede conducirse, sin duda podrá hacer frente a los desafíos de un ambiente en permanente cambio, en constante transformación. El medio exige que los sistemas de trabajo sean dinámicos y flexibles, que puedan articularse con la oportunidad, a la vez que puedan, en una dimensión diferente, sostener una permanencia, mantener una línea, una dirección, un objetivo común y final, que de sentido al quehacer y opere como referente en la transformación.

Que un funcionamiento de esta naturaleza se implemente y se experimente en propiedad por un sistema, requiere que las partes que lo conforman lo reconozcan como algo efectivamente útil para todos. Esto es posible en la medida que se establezca una conexión, que se experimente una relación entre este estilo de funcionar y la posibilidad de aproximarse a una meta realmente común, de la cuál todos participan, y que trasciende la distinción de categorías y funciones, que trasciende los objetivos específicos y operativos de cada tarea en particular. Al mismo tiempo es necesario que se asuman las distinciones de funciones y posiciones, que las partes se interesen, se dispongan, se propongan avanzar en precisión al respecto.


Extraído de “PRESENTACIÓN DE UN MARCO DE REFERENCIA Y UNA PROPUESTA DE INTERVENCIÓN SOBRE EL RECURSO HUMANO PARA EL DESARROLLO DE LA EFICIENCIA APROVECHANDO LA INCORPORACIÓN DE TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN.
Documento de trabajo elaborado para IFOP, Instituto de Fomento Pesquero, en el marco de un proceso investigación - acción desarrollado en conjunto por AUGE, Automatización de la Gestión y TRIAGRAMA, Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad. Santiago 1995.

Ser Padres









¿Cuál es la respuesta o cómo podríamos desarrollar nuestra respuesta para con nuestros hijos, para con nosotros?.

Padres y Madres necesitamos alcanzar grados superiores de comprensión para nuestra labor. No es fácil hoy sentir satisfacción, alcanzar tranquilidad en esta tarea, cuidar a los hijos, enseñarles. Con certeza, la influencia que ejercemos los padres en la vida de nuestros hijos, es siempre significativa, somos quienes grabamos primeramente, imprimimos en su inocencia nuestra influencia.

Honrar padre y madre. Es posible reconocer cómo todo ser humano que no ha resuelto, que no ha logrado reconciliarse con sus padres, se manifiesta perturbado, funcionalmente no alcanza libertad, comprensión, para relacionarse con otros seres afectivamente significativos en sus vidas, especialmente con ellos. Es la primera experiencia la que yace, donde primero se aprende a estar con otros, y si de ahí se aprende a estar sin la claridad, sin la lucidez, como frecuentemente ocurre, esa forma es la que se usa, sin mucha conciencia, pero así se usa, quiero a mi mamá porque me porto bien con ella, o ella me quiere porque me cuida.La función trascendente del Padre y de la Madre, es precisamente esa, ser instrumentos para dar Vida, capital esencial. Ese reconocimiento es obligado para los padres: agradecer a sus propios padres por la oportunidad de estar vivos, a través de ellos.
Esa función es incuestionable, es de una jerarquía esencial, imposible de desconocer, para bien o para mal. Cualquier deficiencia presente en la formación, en el acompañamiento que ofrecieron a sus hijos durante su desarrollo, no será suficiente para anular ese necesario reconocimiento, no para negar o desconocer los déficits presentes en otros planos, pero la distinción entre unos y otros, ordena, clarifica.Como padres debemos partir de ese hecho, haber participado como un instrumento, como vehículo para la existencia de nuestros hijos, y por eso cabe agradecer; ahora, si producto de la comprensión, de la luz que se recibe, podemos conducir esta oportunidad para llegar a convertirnos en influencias nutritivas, facilitadotas, orientadoras para nuestros hijos, mejor aún.
Ese interés, cariño, que en la mayoría de los casos, parece brotar en los padres, en presencia de sus hijos, esa sensación orgánica significativa, nos lleva, no pocas veces, a como a apropiarnos de ellos: “nuestros hijos”. Sus vidas, fuertemente ligadas a la nuestra, nos nutren, nos contentan, y también nos duelen, como también a ellos nuestra influencia los afecta, y a veces los determina.Ojalá pudiésemos comprender lo trascendente que es, para el ejercicio de la función de padres, el participar de algún grado de comprensión esencial, suficiente, de la Vida, de Dios, de nuestra condición.Los griegos, impregnaban su cultura con el principio de que nuestra condición reconoce la presencia del alma en la existencia del ser humano, esa sutileza que se activa en nosotros para acompañarnos, y también en nuestros hijos, como fue y es ahora mismo.
El alma perdida en el espacio simbólico del intelecto, dentro del ego, determina la producción de un cierto tipo de proyecto, que se impregna insuficientemente de la vida, como para alcanzar la propiedad de la misma, en la misma. Los padres necesitamos modelar, proponer categoría en su presencia, estar lo suficientemente despiertos, conectados con algún grado de objetividad al momento de vivir nuestra vida, con dignidad, es decir, comprendiendo lo suficiente de lo esencial, como para ejercer una respuesta precisa, oportuna, graciosa ojalá, no siempre alegría, pero útil. Este esfuerzo permite alcanzar un ofrecimiento hacia nuestros hijos de mayor categoría.
Es útil para funcionar en la vida recibir instrucciones sobre espacios más esenciales, espacios funcionalmente trascendentes. Si asumimos que somos almas encarnadas, el proyecto reconoce la trascendencia, esta vida no se termina aquí.Como Jesús demostró cuando resucitó, la Vida es Eterna, presente, trascendente a la materia. Los discípulos estaban abatidos, desconcertados, hasta cuando Jesús aparece y enciende la llama del cristianismo, la existencia de Dios.Mi padre, mi abuela, mi abuelo, especialmente mi padre, manifiesta su presencia en mi vida, habiendo ya entregado su cuerpo, cundo mi padre “falleció”, sentí tranquilidad en mi presencia, algo se activó, incluso funcionalmente más cerca, puedo sentir su compañía, no se murió nunca su impacto, algo se liberó, se abrió, se aclaró. Para un hijo es útil integrar este principio, así puede evitarse sufrir por pérdidas que no son tales.Buscar el alma que vive en el cuerpo de mi hijo.Padres materiales, la esencia es divina. Desde mi esencia hacia la esencia de mi hijo, ese encuentro facilita el Despertar. Si el padre o la madre están concientes de su condición, influencian a su hijo, lo llaman a participar, a vibrar en frecuencias sutiles, a estar más cerca de Dios y en Dios, mejor conectados a la situación. La cualidad de la conciencia alcanza para recibir dignamente lo esencial, más oportuno, más inteligente, distinto funcionalmente, más eficiente.
Estos atributos, procurar su desarrollo, es función de los Padres, del formador, del Maestro, del Profesor.La dignidad del Profesor. Para el momento en que nos encontramos, el profesor debe contribuir a lo que la oportunidad exige: precisar la categoría de información que va ser el objeto de su atención, aquella distinta a lo que pueda alcanzarse a través de un acto mecánico, también aquella, pero además esa que trae una vitalidad inalcanzable por la máquina.
Recrear la función del profesor, actualizarla y también la de los Padres.
Niños con más plenitud en sus vidas, a cargo de responsables, padres, profesores, interesados en ofrecer grados de plenitud superiores en su dinamismo, interesados en alcanzar presencias con niveles de integración superiores a los esquemas teóricos, aprender a moverse, enseñar un cómo. Aprender y enseñar instrucciones más esenciales, para operar en niveles de plenitud superiores.

Utilizar la oportunidad que somos como padres:
Influencias trascendentes para nuestros hijos, para ofrecerles contribuciones significativas en cualidad.
Asumir el desafío me convierte también en hermano de mis hijos. Soy hermano de mis hijos y de mis padres.

La persona del Profesor y lo que puede hacer

Con el propósito de ofrecer un marco, un escenario, que contenga los afanes por comprender, por transformar algo de este proceso, tan criticado, que produce tanto descontento, pero considerado como esencial para la vida del hombre como es el de la Educación y también para intentar establecer un eje para conducir el ejercicio, escribo este documento.



Para esta ocasión existe un tema: el profesor, su persona, su función, su situación, sus posibilidades, sus dificultades, su camino, y un requisito, que el trabajo sea útil, práctico, no juntarnos para saciar nuestra necesidad de aliviar tensiones, de quejarnos, sino para crear, para salir fortalecidos, para recibir.
Tal vez sea necesario primero dejar espacios libres en cada uno, para poder recibir, retener, quedarnos con lo que pudiera aparecer. Si cada uno está tan lleno de frustración, la ansiedad por vaciar no nos dejará recibir, sin embargo, debemos aprender a trascender esta necesidad, para así atender una necesidad de otro orden, que nos brindará un tipo de satisfacción superior, que es la de experimentar la creación, lo nuevo, el aprender, la de encontrar algo útil para avanzar en este proceso.

Entonces hay dos dimensiones que abordar: la persona del profesor y lo qué él puede hacer.

Profundizando sobre la primera, la persona del profesor. Una impresión, la impresión que desde mi posición recibo, que se produce en mi persona cuando recibo o cuando reviso mi experiencia con el profesor, con las personas que ejercen la función del profesor; me entrega antecedentes de una persona confundida, que trata de llevar a cabo lo que le han enseñado, que le toca hacer en las condiciones que se le ofrecen, que no está contento. Es como si lo que le enseñaron, no le sirviera para desempeñar la función que se necesita hacer y que él necesita hacer. Como si hacer lo que le enseñaron le hiciera daño a él, lo dejara descontento, le produjese frustración. La impresión me habla de un ser humano que está ubicado inadecuadamente desempeñando una función de un modo que le hace daño.
No se le prepara para comprender en profundidad el significado, la trascendencia de su oficio, no se le prepara para concebirse él integralmente como instrumento, no se le enseña que no tan sólo serán sus conocimientos específico sobre una materia, el insumo que habrá de ofrecer en el encuentro con el alumno, sino que su vida completa, sus actitudes, el resultado de su proceso en la vida, el grado de satisfacción que refleje, será lo sustancial, lo fundamental, sobre lo que se hace posible, con lo que adquiere sentido la entrega de datos. Esta misma impresión que pretende ser un insumo para el intercambio que vamos a efectuar, habla de personas agotadas, cansadas de tratar a través de los causes que se les han ofrecido para desplegar sus intenciones, de personas con insuficientes herramientas para ofrecerse un tipo de mirada, que les permita trascender los diagnósticos fatalistas, apocalípticos, desesperanzados, que en la actualidad paralizan o facilitan un autismo inconducente, impregnado de resentimiento, y llegar a espacios desde los cuales se pueda formular un diagnóstico propositivo, que impregnado de realidad, reciba y valore el pequeño aporte y abra otro movimiento.
La persona del profesor, la vida del profesor no le interesa a nadie, ni al mismo profesor, no sabe por tanto cómo interesarse en algo más de ese niño que le es entregado para conducir en su proceso de desarrollo y actualización.
El profesor pareciera adolecer de un objetivo claro, de un cómo profundo, depende de que alguien, algún otro, efectúe cambios para él. No se ve con la responsabilidad de catalizar Él el cambio, la transformación de la forma de buscar. Impresiona la enorme capacidad de algunos para continuar buscando, para seguir tratando, para conservar la llama encendida, y la pasividad de otros.

¿Qué es lo que el profesor puede hacer entonces? Parece importante que el profesor se reconozca como sujeto en acción, haciendo cosas que lo dejan descontento, y que por tanto haga un paréntesis para estudiar cómo él hace lo que hace, cómo él desempeña su función, cómo vive su trabajo, cuanto tiempo se dedica para sí, para evaluar si su forma de hacer le procura el desarrollo y bienestar que implícitamente predica mientras educa; por ejemplo: considerar si regula su movimiento, considerándose él mismo como fuente de información, si él se siente o tan sólo se piensa, ¿dónde se instala para estar con ese otro (alumno) haciendo?, si lo sabe o no; y si lo sabe entonces cómo lo va haciendo. Si su persona es sólo lo que piensa, si su interés es sólo por lo que sabe en él y en el alumno, o sus esfuerzos también se interesan por lo que siente y por lo que no se sabe.




La invitación es a asumirse como eje para la transformación, a experimentar la posibilidad que se abre al interesarse en el propio quehacer, en el propio modo de hacer, interesarse en profundizar en la relación que existe entre mi propio nivel de presencia en el hacer y sus resultados. Se trata de procurar aumentar el nivel de satisfacción por un mejor uso de mi capacidad, por un mejor uso de mi posibilidad, como un eje con mayor posibilidad de intervención, en comparación a aquellas materias externas, del contexto, que siendo ciertas, escapan o se encuentran más lejos de mis posibilidades de transformación.




Acerca de las cosas que el hombre puede


Estar…a pesar de lo que me esté pasando
Vamos a entender para estos efectos que el ser humano es la síntesis, la integración del espíritu, del alma, del Yo y su cuerpo.
Cada uno de nosotros puede reconocer esta distinción entre alma y el cuerpo, entre el cuerpo que es sentido…, por ejemplo: usted sentado puede reconocer su espalda, la masa, la materialidad de ella, distinta a la idea de espalda (esta es otra distinción), y así como su espalda, su cara, sus pies, etc. Su cuerpo. Entonces entre este cuerpo que es sentido y usted que lo siente.
Usted que está allí reconociendo la existencia de él, usted que es también distinto a sus pensamientos. Es como si usted fuera el dueño de las ideas, (sus ideas) y el dueño del cuerpo (su cuerpo).
No se si el “dueño” pero si el responsable de ese cuerpo o de esas ideas o pensamientos. Tampoco estoy seguro de si es el responsable, si es que alguien es capaz de responder por su cuerpo verdaderamente, con autoridad, saber de él como para entregar respuestas acerca de él. Bueno, pero si el que lo puede sentir, o no sentir.
Un hombre es entonces el encuentro de uno con su cuerpo, es la integración de ese “uno” (alma, espíritu, Yo) con un cuerpo que ofrece sensaciones, ideas, otros. Cuando usted mira el cuerpo de otro, mira su cara, sus orejas, experimenta algo que es diferente a cuando usted se encuentra con la mirada del otro.
En la mirada reconocemos al otro ahí, tenemos certeza de la presencia viva de otro, sabemos del otro.
Es frecuente observar el temor, la dificultad para encontrarse, para recibir la mirada de otras persona. Perturba que alguien me mire, que nos miremos, queremos pensar y dejamos de mirar al otro, si lo miramos el pensar no fluye tan fácil, es como si se reconociera la presencia de algo muy diferente donde el pensar como que no cabe. Algunos, la mayoría, prefieren refugiarse en sus pensamientos, los menos con el otro. Cuando decidimos mirar al otro nuestras ideas suelen perder su continuidad en la conciencia, se alternan con sensaciones y esto genera una perturbación a esta “quietud”, para muchos deseable. También es cierto sin embargo que esta “perturbación” se acompaña de una vitalidad, una frescura, algo interesante aparece, distinto.
Lo frecuente es que la aparición de estas sensaciones nos lleve a renunciar a ese encuentro y nuestra atención se desvía, no somos capaces de sostener la mirada, no toleramos la presencia de esas reacciones manifestadas en la materialidad del cuerpo y en la abstracción de las ideas.
Cuando ese dueño, ese observador tiene la fuerza, la entereza (capacidad para estar entero), para seguir en su lugar, para distinguirse de esa agitación, cuando la acepta, cuando no se distrae, por ejemplo, pretendiendo cambiarla, cuando no se deja arrastrar por los pensamientos, y asume como lo más importante permanecer en su sitio, le ofrece al hombre, a ese hombre, la posibilidad de organizarse de un modo apropiado, así podrá aceptarse y comprender, ser más libre, ya no tendrá que escabullirse, que evitar, sabrá como sobreponerse a “si mismo”, para hacer siempre, o por lo menos más veces, lo que corresponda hacer.
Esto no es lo habitual.
Un ejemplo: una mujer va hacia su marido, el está viviendo un estado de confusión, en crisis, sufriendo. Ante eso, ella experimenta un impacto doloroso, aparece en su cuerpo un desagrado, y piensa cosas, se da cuenta que a ella no le gusta ver a su marido así, se pregunta si a ella le sirve o no vivir ese momento, si está dispuesta a afectarse así, como se siente, frente al estímulo que es en ese momento ese hombre que sufre, piensa sobre las cosas que ese hombre debería hacer para dejar ese estado y mientras ella atiende lo que piensa, rechaza lo que ella siente y termina por rechazar a su hombre, y lo deja solo con sus cosas, piensa que lo mejor es dejarlo solo.
El hombre por su parte, atrapado en su crisis no ofrece facilidades para que ella se acerque, tan solo ofrece su perturbación, su lenguaje expresa también aquello, parte importante de su crisis consiste en que el también se rechaza, se desprecia, no ha desarrollado la capacidad para acompañarse en un momento así.
Cuando esa misma mujer comprende y se hace cargo de su reacción, cuando se ofrece para sí una actitud que promueve la trascendencia a su reacción, no convertirla en todo lo suyo, cuando a pesar de “si misma” puede establecer un contacto con su hombre, y lo ve y comprende que él no puede y que el necesita, y que ella también necesita de ese hombre, se acercará ofreciéndose, reacción incluida, aceptada, y aceptando el estado de su hombre, abriendo la posibilidad, para incorporar otra categoría de estrategias que faciliten también en el hombre alzarse para aceptar y mirar desde otra altura, e iniciar un operar, un transformar, una redefinición desde, lo malo hacia lo que es, una valoración porque es así, y una utilización de lo dado más allá de si me gusta o no. Algo así comienza, un cambio de criterio, de mirada, de marco de referencia, un optar a desarrollar esta capacidad útil en todas las relaciones, adquirir esta habilidad para saber estar íntimamente con mi posibilidad.

UNIÓN

Sentir el momento impregnado a Unión, estamos juntos en algo cierto, que nos damos como principio, “Amar a Dios por sobre todas las cosas”, ese aroma del todo, que nos va recibiendo, y hacia el que también nosotros queremos ir.
Momentos dentro de ciertas prácticas que ofrecen la oportunidad para presenciar y participar de un encuentro más íntimo y delicado, con todo a la vez, y con las distinciones, una actividad sentida como eje, un viaje que se va creando, sensual, firme, unidos, cada uno y con todo a la vez, algo más de eso, vivir esa posibilidad, tocarla, para que nos dé esperanzas, para que nos transforme, para alcanzar más comprensión, más esencialidad. La identidad instalada en otra dimensión, aparecen materiales, se abre una visión para instalarnos en otra frecuencia, más plena, que facilita una mayor integración conciente, en el momento, cualidad que permite reconocer y reconocernos ocupando también lugar. En cada cual brota el compromiso con Dios y con cada uno, que es lo mismo.
Somos seres espirituales, participamos de una sutileza, de una actividad fina, luminosa, surge como certeza, asusta, pero la consistencia obliga, la unión en Dios es para los seres espirituales que somos, a imagen y semejanza. Siempre los seres humanos hemos sido espirituales, necesitamos asumir y actuar en consecuencia, especialmente los que ya poseemos comprensión suficiente, que sin pecar de locos suene lo suficientemente serio para afirmarlo, como profesionales, y recomendar el estudio sobre estas materias.

Vivir Nuestra Dimensión Espiritual Cotidianamente

Hacer conciencia y comprender la trascendencia que tiene, incluir la espiritualidad a nuestro cotidiano, vivir asumiendo que existe un espacio sutil, activado, formando parte del cada día en cada uno, facilita las cosas, somos lo que somos, seres espirituales, ¿sí o no?
Habitamos en nuestro cuerpo, podemos sentir la materia, su masa, su volumen, su dinámica; recibir la actividad intelectual, estudiar nuestra relación con todo eso, nuestro sentimiento, y esa presencia trascendente que es esquiva, que al integrarse el rompecabezas se arma, el instrumento está más listo, se incluye otra dimensión, se alcanza un grado superior de integración, recuperamos la sutileza, el Ser de lo humano.

Trabajar para desarrollar la presencia, para alcanzar alguna cualidad en ella, que sea suficiente para cambiar la frecuencia, para saltar a otro estado, un hombre mejor para el mundo, más conciente, más claro, con más propiedad que alcance a impregnar su contacto con la realidad del grado de objetividad suficiente como para despertar, como para garantizar que realmente ve, que está primero lo primero, que ama a Dios por sobre todas las cosas.

Cuando por alguna vía nos aclaramos y buscamos la presencia del Ser en nuestras vidas, para referirnos a esa actividad fina que nos regala omnipresencia en la vida, nuestra cultura cambia, se transforma, ya lo esencial a cultivar es de otro orden, cambia el proyecto, su naturaleza, se trasciende lo material cuando se reivindica lo sutil, el Yo superior que es Dios en mi, Jesús ya está aquí. Si la presencia espiritual se integra, Jesús vive en mí, me acompaña, llego a su reino, al reino del Padre, al de Todos.

Jesús trató de mostrarnos la ilusión, y nos invitó a recuperar la dignidad. Claro, nos tomamos nuestro tiempo, pero más vale tarde. Él probó que la materia será trascendida, entrega su cuerpo y su alma sigue viva, resucitó.

La Comprensión de la Necesidad y la Categoría en la Respuesta

En la base de nuestro desequilibrio, se encuentra la insuficiente comprensión de nuestras circunstancias, incluidos nosotros.

La respuesta que nos ofrecemos, buscando satisfacer necesidades, se ve comprometida por la recepción insuficiente de un todo. No alcanza para tocar espacios esenciales, que permitan distinguir jerarquías, que faciliten la comprensión, para recrearnos, para saltar de un plan, de un proyecto de vida, a un estar tratando de estar ahora presentes en el momento, descubriendo el secreto que nos ilumina, nos orienta, nos afina y precisa nuestra tarea; la posible, aquella que si se puede hacer y que depende de nosotros.

Trabajar en salud, en educación, estar al servicio; es trabajar en autonomía, en conducir hacia la conquista de la propia riqueza; es avanzar en el darnos cuenta que tenemos que apelar a nuestros propios recursos, que están, aunque los ignoremos.
Un primer paso, es recuperar la conciencia de la masa, del peso, del volumen. Un primer paso es conseguir que una función sutil, como la del Yo, se desarrolle desde más allá del ego; que podamos experimentar la categoría de cuando estamos instalados en aquella posición, que permite el registro de la actividad corporal, de la actividad intelectual, de ambas, de lo emocional; y paulatinamente distinguirnos, como sujetos concientes de esta apertura.
Así se puede pretender recrear todo, surgen distintos, cambio de frecuencia; se hace posible escapar de un proyecto inconducente que pretende administrar el todo, desde una parte; para llegar a algún grado superior de funcionamiento, que integre categorías de información más plena, que nutra las oportunidades. Dejar de hacer aquello que no, y abocarse con más interés en aquello que sí.
Esto es un proceso, las herramientas para soportar una presencia más vital, se van adquiriendo según los méritos.
La dependencia, el uso obligado de amortiguadores de la realidad, surge en ausencia de la capacidad para mantenernos dignos frente a las distintas intensidades, profundidades, amplitudes que experimentamos en nuestra vida.
Especialmente personas dotadas de sensibilidad, que somos todos en realidad, sin embargo; algunos logran grados de adaptación que neutralizan la fricción, la insatisfacción, pero otros quedan expuestos a soportar el todo sin las habilidades necesarias para esta exigencia; saben más de su vida de lo que son capaces de administrar y esta insuficiencia los somete a dinámicas que no dan cobertura, que no incluyen suficiente de lo esencial para alcanzar la gracia, en algún grado, para cristalizar una firmeza, en una altura que proteja contra la tentación, contra la necesidad urgente de una parte, que arrastra al todo hacia una respuesta que no considera suficiente del sistema, que lo desestabiliza, que lo traiciona.

Despertar una dimensión nueva en la vida, un espacio de sutileza, que surge producto de un esfuerzo, de un entrenamiento, obligar libremente a recibir un brote a través de la práctica. Es necesario generar una experiencia que por si misma transforme una acción, un movimiento, una vitalidad conciente, que dé contexto para otra significación, otra lógica, otro proyecto.
Cuando el encuentro con más de nuestra vida ocurre, cuando ante nuestra sorpresa, brota una dimensión más integrada de la vida, cuando nos instalamos fuera del ego; se abre la posibilidad para sentir a Dios en nuestra vida, para integrar Dios en nuestro cotidiano, cultivar a Dios en nuestro espacio, desarrollar la sutileza, la espiritualidad, el Yo superior, que es Dios en mi.
Tengo a Dios en mi, sin contexto es sicótico, pero es así, somos en esencia creaciones de Dios, partes del Todo, que perdidos en la ilusión, nos desentendemos de nuestra condición esencial.
Por no pecar de soberbios no penetramos el estudio sobre una propiedad que es funcionalmente significativa para el Desarrollo Humano, que libera, que efectivamente resulta en una salvación.

Milton Flores Gatica
2007

Encuentro con Otro


Es una necesidad para todos comprender lo que sucede cuando dos personas se encuentran. Mucho descontento y enfermedad se genera por la incapacidad de estar con otro, de estar primero con uno y, después, con otro.


¿Que es lo que sucede en este encuentro, y cómo sucede? Lo habitual es imaginar que sabemos lo que ocurre, y es cierto, todos sabemos, cada uno sabe, pero, ¿cuánto y cómo sabe?

Sabemos que sentimos cosas, que pensamos otras, pero no nos damos cuenta, por
ejemplo, que a menudo confundimos lo que sentimos con lo que pensamos.

En realidad, ni si quiera nos ha interesado comprender la utilidad de distinguir lo uno de lo otro. Finamente no podemos precisar, dar cuenta con claridad de lo que acontece; nos ofrecemos una información vaga, confusa que empleamos para organizar nuestro comportamiento.


Es necesario contar con algún marco sobre lo que es posible esperar que nos pase, sobre cuales son las zonas que se impactan en mí ante la presencia del otro. ¿Cuáles son las reacciones que en nosotros se producen frente a ese otro, o más bien, frente al impacto que en mi provoca la presencia del otro?. ¿Que parte de mí es la que tiene la posibilidad de reconocer ese impacto y las reacciones, y efectuar las distinciones a que aludimos?. Estas y otras preguntas parecen necesitar respuestas.

Es necesario reconocer la existencia de un cuerpo en la dinámica del funcionamiento humano. Cuerpo que posee la capacidad y la autoridad para saber de un otro real. Él siente la presencia del otro, recibe en su materialidad, en su estructura y en sus espacios, el impacto, la influencia del otro. Él es quien se afecta por el contacto físico o por la cercanía del otro. Es en el cuerpo donde se despierta la ternura, el cariño, lo erótico, la rabia y otras sensaciones. Aquí la realidad deja su impresión. Habitualmente nosotros recibimos de esa impresión: orgánica, sensible, primaria, una información menos vital: símbolos, pensamientos o imágenes que amortiguan la intensidad de la realidad. Recibimos una información que ofrece grados de realidad inferiores a las que experimenta el cuerpo. Éste no participa como sensor, como fuente directa y fresca de información. Su mensaje es derivado, sustituido, transformado en un material que habla acerca de él, pero que no es él. Es un material que pierde la calidad de vivo.


El que esto ocurra así, tiene que ver con la falta de habilidad cultural, no natural, para vincularnos con lo real, con esa dimensión que no se detiene, incierta, que nos exige desarrollar una actitud creadora para recibirnos, una capacidad para “construir improvisando siempre”. Sí, el cuerpo, su naturaleza, pertenecen a esta dimensión. Basta con reconocer lo que nos sucede cuando experimentamos sensaciones como dolor, tristeza, placer, y la perturbación que nos genera, lo indefensos que nos sentimos. Hemos sido preparados para aprender a amortiguar, a neutralizar lo vivo, desconocer su condición esencial y reemplazarlo. Suponemos que esos pensamientos e imágenes son la realidad, nos conformamos con esta pseudoconexión, nos habituamos a modular nuestro andar, utilizando esta referencia poco genuina. Así, no podemos, por ejemplo saber realmente el grado de agotamiento que experimentamos y la necesidad de descanso que mi vida tiene. No sufrimos el peso de nuestro cuerpo, no saboreamos el alimento, no sentimos plenamente el sexo. Toda esta información que el contacto con el cuerpo, en tanto el mismo ofrece, no es para nosotros, no existe, sin embargo, si existe la idea acerca de si me corresponde o no estar cansado u otras.


Entonces, este cuerpo ha de ser buscado por las interesantes posibilidades que nos ofrece, como las mencionadas y otras.
¿Quién lo puede encontrar?, ¿Quién puede reclamarlo, convertirse en sujeto?, ¿Quién es el que hace conciencia de su presencia o de su ausencia?, ¿Quién puede decidir arriesgarse a salir de ese espacio amortiguado y saltar a la aventura?. Este es un tema que da susto abordar. Es inevitable experimentar una sensación que puedo simbolizar como de “irreverencia”, porque no pareciera reservado a los hombres comunes abordar una tema como este.

Este espacio intimo, este sujeto presente, esta entidad que sé en mi, difícil
de definir, que anima, soy Yo. Yo soy, alma, espíritu, conciencia; Yo, que
puedo elegir atender mi cuerpo o a mis ideas; Yo, que me puedo pedir atender
a ambos.

Soy Yo quien sabe cuál es el impacto que tiene el otro en mí. Yo soy el que con mi cuerpo escribo, el que necesita expresar, el que cuenta con el intelecto para que me ofrezca las palabras apropiadas, en el orden adecuado. Soy el que puede reconocer la activación y distinguir su tipo y naturaleza, su intensidad, reconocer también la tendencia de la primera reacción.


Yo soy quien está escribiendo para usted, usted que estará atendiendo a esta lectura también desde su propia intimidad y que podrá sentirse perturbado sino entiende.
Esta presencia reconocible, que siente que puede tomar conciencia de la vida en uno y afuera, esta presencia que siempre está, pero que no siempre hace conciencia de si misma, Soy Yo, aquí, escribiendo y es usted allá o aquí leyendo este texto.


MFG 1996

Dar


Un Movimiento Inteligente
que produce Bien-estar

Desde que somos pequeños nos hemos acostumbrado a oír que es bueno ser generoso, que es una virtud el cultivar la posibilidad de dar a otros, venciendo la resistencia que se produce, a veces, en forma natural en nuestro interior. “Dar hasta que duela”, es la invitación del Padre Hurtado, una frase que nos hace meditar en el sentido más profundo que puede llegar a tener esta manifestación humana.


¿ Es posible vivir el acto generoso en toda su amplitud sin que necesariamente signifique solo dolor sino también alegría, satisfacción ?



Más de alguna, vez hemos entrado en consideraciones acerca de cuanto debo dar, procurando que en la entrega se produzca un justo equilibrio entre aquello que doy y que recibo. El raciocinio habitual es pensar en que si lo dado en superior en calidad y cantidad a alo recibido, puedo sentirme “estafado” y que, si supero este sentimiento, este dolor, estoy en camino de la virtud…

Cuando estoy en medio de este análisis, no alcanzo a darme cuenta que desde ahí en adelante estoy comenzando a perderme el sentido más valioso que puede significar el acto de Dar.

Si nos aproximamos a este mismo momento con otra intención, con una mirada más profunda, será posible reconocer, que en este darle al otro nos brindamos la oportunidad de experimentar un estado de satisfacción que compromete la condición orgánica. La fisiología de este individuo generoso siente el impacto de una acción que verdaderamente contribuye a su bienestar.


Al Dar nos ofrecemos la oportunidad de experimentar una satisfacción
profunda y genuina, que contribuye al bienestar nuestro y del otro.


Así comprendido, el movimiento de Dar es más que dar o recibir, es las dos cosas al mismo tiempo. Se da y se recibe cuando se Da. Es un acto inteligente para la vida, es más que un acto bueno, es útil, y por eso es bueno, y por eso es necesario.

Cuando es “bueno” y nada más es tan solo la mente la que se motiva. Cuando es la vida la que se interesa nace una necesidad vital que surge de una comprensión esencial: la vida sabe que ella se beneficia cuando da. Se despierta un interés por afinar este “recurso”, por situarlo adecuadamente, por desarrollarlo sin vulgarizarlo.

Y en este esfuerzo surge con sorpresa que nuestro servicio hacia el prójimo es un servicio, también para nosotros, y por que le hace bien a la vida nuestra, realmente también beneficia la vida del otro.

Es preciso reconocer en este plano que no podemos dar o darnos así, solo con desearlo o pensarlo.


El acto conciente y voluntario de entregarnos para otro, solo es posible
y con lleva la gracia del afectar a ese otro cuando primero estamos conscientes de nosotros mismos.




La entrega sin esta parte esencial nuestra, se traduce en una ofrenda vacía, sin resonancia. Estar en mi, presente en lo que doy, cuando lo doy, es lo que permite la transformación de un acto vacío en un acto vital.

El Dar, entendido como una manifestación del espíritu generoso del hombre hacia su prójimo se convierte en una forma valiosa de gozo para quien da y para quien recibe. Descubro en ese proceso la capacidad que habita en mí, de producir gozo en el otro y ese otro también se beneficiará al sentir que su sensación es una fuente de satisfacción para mí. Todas estas impresiones, registradas en nuestra vida nos irán dando la certeza de cuán útil puede llegar a ser Dar, conscientes de lo que ocurre cuando lo hacemos.

M.FloresG.

El Hombre y el Trabajo




Para aproximarse a esa relación, para dejarse impresionar, leer de algún modo que contribuya, que facilite la comprensión del actual estado de esta relación, es necesario recordar que necesitamos trabajar para vivir, y con esto no hacemos referencia a que necesitamos trabajar-para-ganar-dinero-para-solventar-el-diario-vivir. Nos referimos a que las personas necesitamos desarrollar esfuerzos, ojalá organizados, concientes, para atender nuestra situación, nuestra responsabilidad como organismo vivo, inserto en un Gran Organismo, la Vida, Dios, El Todo. Es necesario recordar que la sintonía existente entre el funcionamiento del Ser Humano y este Gran Organismo, no es todo lo deseable, para Dios ni para el Hombre, y que particularmente la vida de las personas paga costos por este hecho. En este plano el hombre y la mujer prácticamente no trabajan, no tienen incorporado este deber esencial, el de sintonizarse con el Todo, en su proyecto y tampoco, por lo menos de modo oficial, se les instruye formalmente, explícitamente, para su estudio y desarrollo.
Este hecho determina entonces que cuando trabajamos, en el contexto de la cultura “para ganarnos la vida”, desconocemos el hecho que esa vida, cuando la categoría lógica incluye a Dios, ya está ganada. Cuando la cultura soporta la integración de Dios en la vida operativa, concreta, cotidiana, cuando incluye la tarea de cultivar la divinidad presente en el hombre, en ese momento el hombre cambia la categoría de su proyecto, modifica la categoría y la dignidad de su responsabilidad, pone a su servicio otro capital, capital que siempre estuvo disponible, capital que, de acuerdo al nivel de su desarrollo, va facilitando, recreando, la comprensión que le sirve de referencia para ejercer su responsabilidad. Así, el Proyecto de Vida, no se acaba en logros materiales, no se acaba en repetir lo ya inventado, se abre para vivir en una creación impostergable: el cuidado de esta vida ya ganada, el cultivo de la divinidad o trascendencia de la vida propia como parte de LA VIDA toda.
En el marco de un proyecto de esta naturaleza, con esta categoría de objetivos, el esfuerzo que el hombre y la mujer desarrollan a través de sus oficios, para cumplir con sus obligaciones, participar de su responsabilidad social y proveerse de la energía específicamente necesaria para la subsistencia, y que se intercambia trabajo por dinero, en una de sus formas, tal vez la más dolorosa, inevitable y necesaria, pero no la única, en ese marco, este esfuerzo se recrea, se refresca, se revitaliza y se vuelve significativo para contribuir a alcanzar los grandes desafíos del ser humano: su actualización, su individuación, su conciencia, su trascendencia.

Hoy, tal cuál como funcionan las instituciones y nuestro sistema social, económico y cultural, es posible reconocer que los proyectos que le dan trabajo remunerado al hombre, en su gran mayoría no le otorgan un espacio que refleje suficientemente una comprensión del recurso que están empleando, como cuando una máquina que se mal usa por no comprender su potencial, sus cualidades, sus necesidades de mantenimiento; no proponen dinámicas que reflejen una comprensión global y esencial del proceso del cuál forman parte. Entonces la persona sufre por no saber como liberarse, siente el daño pero no visualiza como poder liberarse del compromiso establecido con el orden formal, con el sistema, se obliga, para obtener la energía que requieren sus responsabilidades, mira a través de su entendimiento y su cálculos, y este entendimiento y estos cálculos surgen de su experiencia de vivir sin incluir la confianza en Dios, confianza que entendemos como estar dispuestos a arriesgarnos más allá del entendimiento intelectual, trascender esa barrera que significa soltar lo conocido, no saber, y convertirse en discípulo de la Vida, esa barrera que nos separa de Dios, de una comprensión más simple y directa de la realidad, de la real posibilidad de recibir y soportar primero y revertir después, transformar el escenario en el cuál nos ha tocado desenvolvernos, y llegar a vincularnos de un modo amable, eficiente y armonioso con el trabajo, permitiendo que la subjetividad se perturbe por iniciar una reubicación en el proceso de vivir y de trabajar para vivir.
El diseño actual va acorralando al trabajador, la mecanicidad se va automatizando, la tecnología desplaza en las funciones mecánicas al hombre y lo obliga para que se acerque a funciones creativas, para que tome conciencia que las necesita, las estudie, las comprenda, esta obligación determina para el hombre un trabajo, un esfuerzo, un salto de categoría, asumir el contacto con grados superiores de esencialidad, recrear su identidad para alcanzar su dimensión creativa, y para crear necesita contactos con la vida más frescos y vitales, VIDA misma con la cuál sea posible crear, el salto significa morir voluntariamente y renacer .

Es necesario distinguir las categorías donde existe trabajo, reconocer la trascendencia que tiene una categoría sobre la otra. Cada Ser debe rendir tributo a su condición, y la nuestra es ser Seres Divinos… Podemos asumir que lo somos o que no lo somos y en cada caso los proyectos son diferentes. Si no lo somos, entonces puede llegar a dar lo mismo que las cosas sigan como están. Si lo asumimos y el proyecto del cuál participamos lo integra con intención, la sintonía es una, si asumimos que lo somos y el proyecto no lo integra, el gran proceso de todas formas acontece pero no es lo mismo para la parte que usa la subjetividad como primer referente, y tampoco lo es para el gran proceso…

Queremos ser lo que hacemos, pensamos que somos, finalmente, creemos que somos y que hacemos lo que pensamos… A pesar de ello igual somos lo que somos y eso no cambia cuando cambia lo que pensamos acerca de nosotros o de los otros…

Milton Flores G



El Vínculo con la Realidad

El vínculo con la realidad a través de la dimensión intelectual limita esencialmente ese vínculo.
Pensamos la vida, atendemos concientemente la producción intelectual, pensamientos, imágenes, y esta cobertura no ofrece sabor.
Sabemos de Dios, del Todo, de la Vida, a través de una dimensión plana – el intelecto-. Dios es un pensar en Dios, no se siente la Vida misma, no se siente a Dios en la vida, no nos tocamos con él, solo pensamos en él, aunque él nos toque.
“Vamos nosotros a tu reino”, pasando a una presencia donde lo intelectual, lo corporal, lo afectivo, y el Yo superior se encuentran, cada cuál con su lenguaje y entre todos recreando el desafío, redefiniendo o re-comprendiendo el camino hacia Dios, hacia nuestra totalidad, hacia nuestra integración total.
Plantearnos así nos obliga a asumir el hecho que todo está haciéndose, creándose, de mejor o peor manera, pero ahí va, naciendo y muriendo y nosotros podemos ir en este viaje tratando de mantenernos parados, sin perder de vista la categoría del desafío que Vivir, y no solo sobrevivir, nos propone.

Meditación en la Vida Cotidiana



“Necesitamos encontrar el vínculo entre nuestras tradiciones y nuestra experiencia actual en la vida. El ahora, o la magia del momento presente, es lo que une la sabiduría del pasado con el presente.”



“La manera de vivenciar esa inmediatez es darse cuenta de que este mismo momento, este mismo instante de nuestras vidas, es siempre la ocasión, de modo que tomar conciencia de dónde estamos y de qué somos, en este preciso instante, es importantísimo. Esta es una de las razones de que nuestra situación de familia, nuestra diva doméstica y cotidiana, sean tan importantes. Debemos considerar nuestro hogar como algo sagrado, como una dorada oportunidad de experimentar la actualidad. El reconocimiento de lo sagrado comienza, muy simplemente, cuando nos interesamos por todos los detalles de nuestras vidas. Interesarse no es más que tomar conciencia de lo que va sucediendo en nuestro diario vivir: estar concientes mientras cocinamos, estar concientes mientras conducimos, estar concientes mientras cambiamos pañales, estar concientes incluso, mientras tenemos una discusión. Esta forma de conciencia puede ayudarnos incluso a liberarnos de la prisa, del caos, de la neurosis, de todo tipo de resentimientos. Puede liberarnos de los obstáculos, que nos separan del ahora, de modo que podamos levantar el ánimo en el acto, continuamente.”

Tomado de “SHAMBALA, La Senda Sagrada del Guerreo”, de Chögyam Trungpa.
Editoral Kairós. Págs. 113 – 114.

Meditación





"Los que no han dedicado horas a la meditación pueden muy bien preguntarse por qué hay quienes la practican; sin embargo, incluso aquellos que sólo han dedicado 20 minutos a la meditación durante algunos meses, resultan visiblemente diferentes al común de las personas. Parecen más calmados e integrados. Es como si hubiesen recolectado las diversas partes de sí mismos y las mantuvieran unidas. Sus movimientos corporales son más suaves, menos precipitados, más armónicos. Al examinarlos de cerca, demuestran considerable sensibilidad, tanto interna como externa. Su conocimiento de la experiencia interna se halla notoriamente por sobre lo común. La práctica de aquietar la mente entrega paz al individuo y también intensifica los procesos internos, de modo que éste puede iniciar un autoanálisis libre. Es un estilo muy íntimo de aprendizaje, ya que no estamos hablando verbalmente a cerca de las experiencias, sino que estamos trabajando dentro de la experiencia en sí. También descubrimos que al aquietar la mente hallamos un refugio que tenemos siempre a nuestro alcance. Recuerdo que en una experiencia muy amarga también meditaba acerca de la belleza de las llamas de la hoguera. Muchos de los desórdenes psicológicos surgen al sentir de nuestra psique que no hay alternativas reales. Debe resolver éste problema determinado, cualquiera que éste sea. La meditación nos abre mundos alternativos que resultan tan válidos como aquel en el cual se nos presentan los problemas difíciles de resolver."

Tomado de "La Profundidad Natural en el Hombre", de Wilson Van Dusen. Editorial Cuatro Vientos. Pág. 85.

Individuación

Individuación es la fuente de toda salud. Individuación es el proceso que mueve al hombre a hacerse una persona completa, única. Esto significa la síntesis de las personalidades, conscientes e inconscientes, y el establecimiento de una relación entre el ego como centro de la conciencia, y el sí mismo, que es la personalidad total, la cuál funciona como nuestro centro.
La individuación es un proceso vital, que lleva a la totalidad. No obstante este proceso nunca se lleva a cabo del todo, porque la personalidad total jamás se alcanza en el curso de la vida. La totalidad necesita la consumación de nuestra potencialidad, pero es difícil que esto se logre, porque dicha potencialidad es demasiado rica y las demandas de la vida cambian constantemente, provocando nuevas respuestas. Sin embargo, el centro inconsciente de nuestro ser de alguna manera sabe lo que significa ser completo. Es a partir de este centro, donde se inicia el proceso de individuación.
No nos decidimos a hacernos enteros, más bien una energía vital que está dentro de nosotros, nos obliga a tomar este camino. Nuestra totalidad –la meta de nuestro desarrollo- vive dentro de nosotros, como una potencialidad dinámica, influenciando profundamente el curso de nuestra vida.
En todo proceso vital, el bien y el mal se entremezclan. La vida nos manda en este proceso no lo que pedimos sino lo que necesitamos para crecer. Las fuerzas del mal tendrán que tocar nuestras vidas porque sin los poderes oscuros, luciféricos, no emerge la conciencia.
El proceso de Individuación es un trabajo. Un “opos vital”. Una tarea que nos llama a no evitar las dificultades y peligros de la vida, sino a percibir el sentido del pattern de acontecimientos que la conforman.
Hay que aprender a ver el hilo que conecta los acontecimientos que la conforman.
El proceso de individuación es la búsqueda de un sentido insertado en la vida misma. El inconciente trata de producir una situación imposible para obligar al individuo a sacar de sí lo mejor.
Dice Jung: “Cuando se sigue el curso de la vida interior de una persona, se tiene la impresión de que estamos en este mundo con el objeto de desarrollar y purificar la vida del alma, o expresado en términos psicológicos, con el fin de la individuación”.

Este texto es la transcripción efectuada por Leonora Calderón de una grabación realizada por su abuela Lola Hoffmann poco antes de morir.
Tomado –sin permiso- del libro “Mi abuela Lola Hoffmann" de Leonora Calderón. 1994. Editorial Cuatro Vientos, pág.193-194.





Autobiografía en Cinco Capítulos

I
Bajo por la calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Me caigo dentro,
Estoy perdida... impotente.
No es culpa mía.
Se tarda una eternidad en salir de allí.

II
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Hago como que no lo veo.
Vuelvo a caer dentro.
No puedo creer que esté en ese mismo lugar.
Pero no es culpa mía.
Todavía se tarda mucho tiempo en salir de allí.

III
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Veo que está allí.
Igual caigo en él... es un hábito.
Tengo los ojos abiertos.
Sé donde estoy.
Es culpa mía.
Salgo inmediatamente de allí.

IV
Bajo por la misma calle.
Hay un enorme hoyo en la acera.
Paso por el lado.

V
Bajo por otra calle.


Portia Nelson, citado en el “Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte” de Sogyal Rimpoché. Editorial Urbano, pág. 55.

ADICCIÓN

Para quines trabajan con aquellos que quieren y no pueden…

¿Cuál es la necesidad que arrastra a un individuo a vivir teniendo que entregarle su dignidad, su libertad a una sustancia?
¿Cuál es el efecto que el adicto necesita se produzca en su situación tan urgente como para posponer todo otro interés en su vida?
¿Cuál es la insuficiencia que somete al individuo a pagar tan alto precio?
¿Cuales son los atributos que presentan los individuos que consumiendo no hipotecan su vida?
¿Cuáles son las destrezas que procuramos desarrollar en las personas que declaran su interés por trascender su dependencia?
¿Qué es lo que podríamos aportar para que efectivamente el que necesita adquiera la posibilidad real para recuperar libertad?


En lo más esencial las personas adictas buscan escapar del sufrimiento, del dolor, de esa impotencia, de ese no saber que hacer, no saber como enfrentar el estado de desintegración que se encuentran experimentando… se encuentran con una respuesta que alivia, que transforma, fácil, pero de tan alto costo.

¿Cómo entregarle herramientas a un dependiente para que sea más autónomo, para que no tenga que recurrir a un producto externo para recién alcanzar una ilusión de dignidad?
¿Cómo enriquecer la vida de alguien que sufre por su miseria, por su incapacidad de producir algo mejor?

Tratando de encontrarnos con ellos irradiando esa posibilidad.
Para obtener algún grado de progreso cierto, para que el que sufre por depender experimente orgánicamente y pueda reflejar para si mismo y para nosotros una esperanza, tiene que haber ocurrido algo así en nosotros. Necesitamos que nuestra presencia irradie, más allá de nuestros dichos, consistencia, es decir, nosotros debemos irradiar, se debe notar que estamos trabajando seriamente para nuestro propio desarrollo y que ya ocurrió en nosotros ante nuestra propia situación, que lo podemos probar, así, para contagiar al otro.

¿Cómo realizar este propósito?


Es posible participar de procesos en donde constatar la posibilidad que existe en todos nosotros para desarrollar la cualidad del contacto que tenemos con ella, con nuestra vida, en concreto realizar una práctica conducida, con otros, para que cada uno y todos demos un paso hacia estar más presentes en la vida, recogiendo la mayor vitalidad de un grado de integración superior, del registro de un encuentro sentido, impregnado de más plenitud y en nuestra presencia.

Esa capacidad a desarrollar paulatinamente, nos posibilita para encontrarnos concientemente, de un modo distinto, en la situación, ahora mismo, sentir la presencia cierta de un grado de objetividad superior, puede ser solo un poquito pero lo suficiente para percibir el cambio de categoría.
Tener esta comprensión, pretender legítimamente estar en esa frecuencia, determina que la influencia que ustedes, la vida humana por ustedes conducida, la propia, se convierte en el instrumento que afina la vida del otro.

No serán tus dichos ciertamente los que generarán satisfacción en ese afán de
ayudar, serán también tus dichos.
Sentirte más apropiado o apropiada de tu momento, más presente en tu vida,terminará seduciendo, en un cierto tiempo, al que está trabajando contigo.
Deberás atreverte a estar presente en tu vida, confiado, confiada, en tal grado, que el otro termine también atreviéndose… de a poco, en tiempos humanos, no apurarse para la cosecha,
sembrar en nuestros pares no es cosa fácil, no siempre la tierra está preparada
y a veces hay que empezar por ahí, por preparar la tierra.
…Se va a tener que atrever a estar, a permanecer y no arrancar, porque te va a tener a ti y
también habrá más de él, podría lentamente ir adquiriendo la competencia necesaria para no zozobrar ante la vida y liberarse del empleo inevitable, conquistando de a poco su propio territorio y reemplazando el objeto de su adicción por él mismo.
Que valla de a poco logrando, ahora gracias a él, una respuesta, que se muestra a través de primores, sentir que gracias a los propios méritos la realidad se transforma… nuestro encuentro con ella, de a poco, va dejando de ser solo dramático y aparecen también momentos de claridad, donde la esperanza surge y brilla en las miradas.

Esto es lo que tenemos para compartir, otra entrada.

La capacidad para ofrecer cobertura a nuestra vida aún no alcanza, vamos detrás, intuimos necesidad, ignoramos nuestro potencial, caemos en el desequilibrio y buscamos afuera, somos adictos, dependientes.

Trabajar para actualizar el potencial, para integrarnos con la vida y paladear su riqueza, para sentir como es posible llegar a otra profundidad en el encuentro, con otra cobertura, para desarrollar la capacidad de responder efectivamente por ella y merecer la autonomía, la libertad.
Esas es nuestra tarea y este es el modo que hemos encontrado para emitir una respuesta de un nivel de integración suficiente para atender la demanda que se nos plantea.


Dr. Milton Flores Gatica
Médico Psiquiatra
Agosto 2007